Suena el despertador algo antes de las 8 de la mañana, dejo las cosas medio empaquetadas y me bajo al restaurante del hostal a desayunar algo. Me tomo un zumo, un café, y un par de tostadas con mermelada antes de volver a la habitación a recoger lo que me falta y empezar a recorrer el Camino del Ebro en bici.
Con la bici llena de mierda y los trastos cargados pago mi estancia en el hostal y empiezo a pedalear sobre las 8:45 de la mañana. Hoy hace mucho frío, no sé qué temperatura, pero aunque me ponga el chubasquero se me congelan las piernas (¡maldito chubasquero volador!).
Salgo de Fuentes de Ebro pisteando un rato hasta entrar en un polígono industrial. El camino no es demasiado bonito de momento, pero cerca de las grandes ciudades es lo que suele pasar; y es que no me quedan muchos kilómetros para entrar en Zaragoza. La cosa se pone mejor todavía cuando la pista se convierte en una vía de servicio asfaltada paralela a la A-68. Joer qué trozo más feo para empezar el día, casi que prefería el desierto.