Llegó la etapa final del Camino de Santiago en bici; hoy llego al destino, y con el billete de avión ya comprado la tarde anterior, sólo me tengo que preocupar de llegar antes de media tarde. En principio parece fácil pase lo que pase. Si tengo alguna avería mecánica muy extraña (espero que no, toco madera) a las muy malas puedo hacer los 20kms que me separan de Santiago a pie, que me daría tiempo.
Última mañana de mi ritual caminero. Me levanto a las 7 de la mañana, (otra vez más queda poca gente en el albergue), recojo mis cosas, monto las alforjas, recojo lo que dejé tendido en el patio ayer por la tarde, y desayuno lo que me queda en las alforjas sentado en la entrada del albergue: un batido de chocolate que compré ayer por la tarde, y un croissant que todavía me queda… ¡de León!