De Barcelona a San Sebastián en MTB, Etapa 1: Martorell – Cervera

Tras conocernos en el Camino de Santiago, Jesús y yo habíamos quedado varias veces para hacer alguna rutilla por la zona, ya sea en MTB o en flaca. En alguna de las innumerables conversaciones surgió el tema de hacer alguna ruta alforjera juntos. Parecía que teníamos un rollo parecido y no nos íbamos a llevar mal estando 24 horas juntos durante unos cuantos días. Y así es como surgió el plan de unir el Mediterráneo con el Cantábrico en bici, de ir de Barcelona a San Sebastián en MTB.

Estaba hablado; no mucho, pero lo suficiente para saber que el plan seguía en pie pese a su escasa preparación. Y es que si para hacer el Camino de Santiago desde Martorell me empapé de mil lecturas en páginas web, blogs, pdf’s y demás, para esta ruta apenas había indagado lo justo.

Sabía que el primer tramo hasta Cervera iba a ser el mismo que ya realicé un año atrás. El resto lo compondrían un puñado de tracks que encontré por Wikiloc, cada uno diferente, que bien estudiados, y que con un conseguidísimo “corta-pega-colorea” acabé uniendo en lo que sería la línea a seguir en mi GPS.

Lo siguiente era ver qué opciones de alojamiento teníamos, y tras comprobar que seguíamos el Camino Catalán en su variante norte (la que va por San Juan de la Peña), que nos encontrábamos con el Camino Aragonés en las cercanías de Yesa, con el Camino Francés en Pamplona, y que San Sebastián forma parte del Camino del Norte, pues estaba claro: Credencial del Peregrino a las alforjas y a descansar en los diferentes albergues que la ruta jacobea nos brindaba a nuestro paso.

Preparado el track y el sencillo Libro de Ruta ya podíamos ponernos en marcha.

La idea es que a esta etapa 1 de nuestra aventura de Barcelona a San Sebastián en MTB la precediera una etapa 0, una especie de prólogo para unir los dos mares. La idea era ir de Martorell al Mediterráneo (concretamente a la playa del Prat) y volver, pero el hecho de este trozo sea un camino paralelo al río Llobregat sin ningún otro aliciente y algún que otro problema de agenda al final nos impidieron cumplirlo. Pero no pasa nada, ambos hemos pedaleado ese trozo en innumerables ocasiones, tampoco vamos a complicarnos la vida ahora.

En fin, que me voy por las ramas; llega el domingo 24 de marzo de 2019, y ahora sí que sí:

Etapa 1

A las 9 de la mañana puntual, me espera Jesús debajo de mi casa. Está sacando las últimas cosas del maletero del coche y acabando de preparar la bici. Cuando lo tiene todo listo nos vamos a desayunar algo a una cafetería en la Vila de Martorell. Nos quedamos ahí un buen rato charlando junto con nuestras parejas, y como era de esperar se nos va la hora. Si algo ha caracterizado esta ruta es que todas las mañanas hemos salido con una calma soberana. Madrugar en exceso tampoco hace falta. Y creo que el hecho de que seamos dos nos hace ir más relajados porque sabemos que en caso de que algo falle no estamos solos y abandonados a nuestra suerte.

Salida en el Club Natació Martorell
¡Salimos!

Acabamos saliendo a las 10:30 de Martorell, para seguir el mismo recorrido que hice la última vez: seguir el río Anoia por una pista hasta Gelida, pasar el pueblo de largo, y llegar a Sant Jaume Sesoliveres, donde paramos a cargar agua y ponernos un poco de protector solar, que el sol ya empieza a pegar fuerte.

Tramo no alforjero
Tramo no muy alforjero de camino a Sant Jaume

A la salida de Sant Jaume vemos un hombre sentado a la sombra, con la bici de carretera echada en el suelo. Nos acercamos a preguntar, no sea que le haya dado un pajarón, pero se ve que está ajustando las calas, que es nuevo en esto de la bici de carretera. Falsa alarma. Nos pregunta a dónde vamos con las alforjas, y al responderle que nos vamos a San Sebastián se queda con cara de que lo estamos vacilando. Pero no señor, no estamos de vacile, lea las crónicas y verá que llegamos.

Rodando desde Sant Jaume
Rodando felizmente

Llevamos unos 25 kilómetros recorridos cuando, rodando por asfalto, oigo un chirrido en la rueda trasera. El molesto ruido se acusa cada vez más, y va al compás de la velocidad que lleve en ese momento. Paramos, giro la rueda, y no se oye nada raro. Volvemos a retomar la marcha, y el ruido vuelve.

“Me cago en todo, ¡cómo se haya jodido el buje otra vez…!”

Ya empiezo a notar cómo me rondan los fantasmas de la crujida que pegó el buje el año pasado (y que reparé al volver). ¡Pero si he revisado la bici y he rodado lo suficiente con ella! ¡Este ruido no estaba antes! Si es que sabía que tenía que haber revisado la bici más a fondo y preparado más la ruta, si es que esto me pasa por cenutrio, si es que debería haber dejado la rueda con la que llegué a Santiago, si es que…

Jesús, más optimista, me dice que paremos a la sombra y desmontemos la rueda para revisar el buje más detenidamente.

Kilómetro 26 y la bici echada en el suelo sin la rueda trasera, las herramientas esparramadas por el suelo, y los dos mirando la rueda trasera a ver si adivinamos por qué suena tan mal.

Reparaciones en ruta
Inspeccionando el ruido

Para hacer que me presagie lo peor, al girar el eje de la rueda con las manos éste va muy duro y cuesta moverlo.

“Ya está, un rodamiento del buje gripado”

«Pues nada, el viaje acaba aquí al lado de casa…»

¡Pero no! Al final consigo ver que lo que pasa es que he apretado demasiado las tapetas de los rodamientos, y hay una de ellas que roza con el cuerpo del buje. El eje que le monté era la versión nueva, y en esta la rosca llega hasta más adentro. En el anterior la rosca acababa donde tenías que dejar la tapa, así que yo apretaba hasta que no daba más. Error mío al hacer lo mismo con este nuevo eje: la tapa no daba más cuando hacía tope con el propio buje.

Así que con una llave allen y unos alicates que lleva Jesús entre sus herramientas (menos mal, porque esto va la hostia de duro y yo no los llevo…) conseguimos aflojar la tapa y montarla en la posición exacta para que la rueda gire perfectamente y no suene nada. Qué alivio joer, yo ya estaba pensando en si llamar para que nos vengan a buscar, o si mejor que nos traigan la otra rueda y la montamos ahí mismo.

El resto del camino hasta la Pobla de Claramunt transcurre de forma normal. Charlamos de nuestras cosas, no nos pasamos el cruce y evitamos llegar a la finca que tiene los perracos por ahí, encontramos el camino de bajada sin tener que dar millones de vueltas y patear un rato, y apretamos los dientes y los riñones para subir el primer rampote hormigonado de la ruta que nos deja en Vallbona d’Anoia. Ahí volvemos a llenar los bidones (siempre es bueno tener agua de sobras), pisteamos por el lado del río, pasamos Capellades de largo, y llegamos al asfalto.

Rampote hormigonado hacia Vallbona d'Anoia
El rampote hormigonado hacia Vallbona d’Anoia

Como he comentado antes, hasta la Pobla de Claramunt todo transcurre de forma normal, pero ahí llega el primer imprevisto del día. Debemos tomar un cruce a mano izquierda para subir entre plantas de reciclaje (sin duda el trozo más mierdoso de la etapa), pero desde el cruce vemos en mitad de la cuesta un perro grande, sucio y feo, que ladra desafiante. Detrás nuestro un par de vecinos en el bloque de pisos observan la escena, supongo que querían ver si nos atrevíamos a subir. Les faltaba el cartón de palomitas.

Mientras esperamos expectantes a ver si el perro se cansa o se va, aparece otro. Y luego otro. Y luego otro más… más grande, más sucio, y con más mala leche.

Perros de vertedero en la Pobla de Claramunt
Los «perros de vertedero» de lejos

– Joder… ¿Es por ahí?
– Sí tío, es esta subida y luego bajas de nuevo a Vilanova del Camí, pero se puede evitar por carretera…
– Mejor vamos por la carretera, sólo falta que ahora nos muerda un perro.
– Ya ves, y si es un perro de vertedero ni te cuento.

Lo de “perro de vertedero” ya se quedaría para toda la ruta, y es una expresión que hemos adoptado en nuestros lenguajes. Qué cachondeo con los chuchos esos…

Y los «perros de vertedero» de cerca (full HD 4k)

Bueno, eso, que al final vamos por carretera, que tampoco es plan de jugársela llevando sólo 40 kilómetros de viaje.

Mientras pedaleamos por la carretera sin arcén, pegaditos a la línea y en fila india, nos adelanta un anormal a escasos centímetros haciendo aspavientos por la ventanilla. Es uno de esos engendros que odian a los ciclistas y que deben tener una vida de mierda. No entendemos nada. Espero que se despeñase ese mismo día por no saber vivir en sociedad. En fin…

Cruzamos Vilanova del Camí e Igualada, pedaleamos un kilómetro y pico por la vía de servicio de la A2 (sigo sin entender cómo el Camí de Sant Jaume “oficial” pasa por ahí…) y al rato llegamos a Jorba, kilómetro 55 de la ruta.

Son las dos y media de la tarde ya pasadas, y decidimos parar a comer nuestros bocatas sentados a la sombra del albergue de peregrinos del pueblo.

Albergue de Jorba
A las puertas del albergue de Jorba
Pit stop

Con el estómago lleno y listos para reemprender la marcha, decidimos llenar los bidones en la fuente que se encuentra justo en esa misma plaza… pero está seca. Mierda. Es imprescindible ir bien de agua en este punto porque si no recuerdo mal no hay ninguna otra fuente más hasta Cervera. En la Panadella se puede comprar algo en la gasolinera en caso de extrema necesidad, pero de Jorba se tiene que salir con los bidones llenos.

Por suerte nos encontramos con un paisano que nos indica dónde se encuentra otra fuente en el pueblo. Llenamos y seguimos.

Desde Jorba el Camí de Sant Jaume sigue el trazado de la antigua N-II durante 15 kilómetros hasta La Panadella, el punto más alto de la etapa, a unos 720 metros sobre el nivel del mar. Como era de esperar la nacional está desierta, tan solo nos adelanta un ciclista de carretera, que todo sea dicho, va como un tiro.

Mural del Camí de Sant Jaume
De camino pasamos por el mural del Camí de Sant Jaume

Subimos a La Panadella a buen ritmo. He dejado atrás el punto donde partí el eje de la rueda trasera el año pasado: primer objetivo superado. Jesús está fuerte y me lleva ligero, y pedaleando de cháchara el puerto se acaba enseguida.

Jesús por la antigua N-II
Cartel Lleida
Ya en la provincia de Lleida

Una vez ahí la etapa ya está casi hecha. Empieza un falso llano en ligera bajada que a una media de casi 30 kilómetros por hora nos hace recorrer los 13 kilómetros hasta el pie de Cervera en menos de media hora. Y una vez al pie de Cervera, toca la subida al pueblo como guinda al pastel: poco más de medio kilómetro a un 8% de media. Bloqueamos horquillas, apuramos el último esfuerzo, y ya estamos rodando tranquilos por el Carrer Major y aparcando las bicis delante de la Universidad para hacer la foto de rigor.

Cervera
Cervera

Tras las fotos nos dirigimos al mismo albergue en el que pernocté la última vez en Cervera: la Residencia Sagrada Familia. Ahí nos atiende una de las dos monjas que regenta el sitio, y parece que hasta se acuerda de mí. Qué maja la señora.

Guardamos las bicis en una sala anexa (esta vez no me han hecho dejarla en el lavabo) y nos acomodamos en la habitación. Nos duchamos, lavamos la ropa, nos damos cuenta de que no hay ningún sitio donde tenderla bien (nota para la próxima: llevar un cordel), y nos vamos a celebrarlo al bar: a tomar unas cervecitas, comer algo, y comentar la jugada.

Residencia Sagrada Familia
Las vistas desde la Residencia Sagrada Familia
Y lo que vimos desde el bar

Al salir salida pasamos por un badulaque para comprar una botella de agua (y de paso salimos con unos helados), donde el dueño no aparta la mirada de la peli de acción de Bollywood que tiene reproduciendo en la tele ni para darnos el cambio. Llegamos al albergue justo antes del toque de queda (las 22h), y la señora nos desea buenas noches “a grito pelao” por la escalera. Muy maja la señora.

¿Y qué te esperabas chaval?

Hoy ha estado bien, una etapa cómoda. El recorrido lo conocía y eso nos hacía ir con más confianza. Mañana ya toca aventurarse en lo desconocido, empieza la aventurilla de nuestra ruta de Barcelona a San Sebastián en MTB.

Datos de la etapa:

Distancia: 84,66km
Desnivel: +1371m
Tiempo en movimiento: 5h36min
Tiempo total: 7h29min

Dinero gastado: 51,30€ [25,65€ por persona] (10,20€ del desayuno en Martorell, 10+10€ del albergue, 16,40€ de la cena en el bar, y 4,70€ en el badulaque)

Lugares donde dormir en esta etapa:

Igualada: Refugio de peregrinos – c/Prat de la Riba, 47 (recepción en Av.Gaudí, 26) – 938 045 515 – 10€
Jorba: Albergue Sant Jaume – Pl. de la Font, 3 – 938 094 101 / 938 094 000 – 10€
Cervera: Residencia Sagrada Familia – c/Major, 57 – 973 530 805 – 10€

Continúa tu lectura sobre la ruta de Barcelona a San Sebastián en MTB con la etapa siguiente o la ficha del viaje.

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