Día dos. Primera mañana de ritual bicialforjero en esta ruta de Barcelona a San Sebastián en bici: recoger la ropa tendida, acicalarse, vestirse de romano, preparar las alforjas, y a cargar las burras.
Pasan unos pocos minutos de las nueve de la mañana cuando salimos del albergue para empezar a rodar por el asfalto de Cervera. Hace un frío que pela. Pese a estar a finales de marzo nos abrigamos con las mudas invernales que llevamos. Térmica, maillot largo, chaleco, y el buff hasta las orejas.
Salimos de Cervera rápido y en bajada por asfalto, para tomar el desvío a la derecha justo antes de llegar a la carretera L-214, por la pista marcada con las flechas del Camí de Sant Jaume. Ahí empezamos a pistear tranquilamente en un llano con ligera tendencia a bajar, mientras le cuento a Jesús el diluvio que me pilló aquí el año pasado, justo en el segundo día de mi Camino de Santiago en bici desde Martorell.
Hoy no parece que vayamos a mojarnos, y es que el cielo luce un azul espectacular, no se ve ni una sola nube en ninguna parte. Todo es azul allá hacia donde miremos. La parte mala es que en las horas centrales del día vamos a pillar sol y calor como unos campeones, pero en ese momento no lo sabíamos.
Pasamos por El Talladell, donde la última vez ya estuve buscando el mural bicigrino que supuestamente hay a la entrada del pueblo (y que no encontré). Leí en el blog de Zinaztli, todo un crack de las rutas con alforjas y gran inspiración para estas aventurillas, que en 2007 pintaron un mural, y que en 2012 éste se encontraba en mal estado, y estaba pendiente de restaurar y quitar unos contenedores de ahí. Pues bien, en 2018 creo que ya no estaba (o no lo vi), y en 2019 pues tampoco lo encontramos… Me parece que ha desaparecido.
Llegamos a Tàrrega antes de las nueve de la mañana. Los escasos 12 kilómetros que la separan de Cervera los hemos rodado bien rápidos. En la Plaça del Carme nos metemos en el primer bar que vemos que tiene gente desayunando en la terraza. Creo que se llamaba Bar Rosalía o algo así.
“Malamente, trá trá…!”
A ver, tampoco TAN malamente, pero nos dolieron los 8 euros que nos cascaron por dos cafés y dos croissants. Nos verían cara de guiris, y es que nuestras pintas acompañaban. Mira que nos dio buen rollo porque tenía bicis antiguas colgadas en la pared y tal, pero bueno, en fin, cosas que pasan.
Llamo a Tamarite de Litera para saber cómo funciona esto de la acogida municipal. ¿Nos tocará ir a mendigar al párroco como me pasó en Fraga? Voy a hacer spoiler y te digo que no, ya que me informaron de que las llaves del albergue se tienen que pasar a recoger en el Ayuntamiento.
Al final con la tontería nos tiramos casi una hora en la terraza. Joder, si es que somos unos pájaros de cuidado. Ya eran casi las diez cuando salimos de Tàrrega, esta vez cruzando las vías de tren y saliendo por el norte, en vez de hacerlo hacia el oeste hacia Vilagrassa como mi última vez bajo un fuerte aguacero.
A partir de aquí contábamos con la inestimable ayuda del track guardado en el GPS, así como el Libro de Ruta. El resto de kilómetros iban a ser nuevos e inexplorados, la aventura empieza. Y para ti, lector del blog, no te preocupes que ya no voy a tirar más de recuerdos del Camino de Santiago del año anterior. Me está saliendo la vena “abuelo cebolleta”. “Antes todo esto era campo” y esas cosas…
Entre el hormigón de la ciudad el día era apacible. Aire fresco, pero cielo despejado y un sol radiante que te hacía estar a gustito pese a la baja temperatura del ambiente. Pero una vez entramos en campo abierto la cosa cambió. El viento. El dichoso viento que como puedes imaginar, soplaba fuerte y en contra.
Empieza nuestra particular lucha contra el aire, pedaleando por pistas blancas y compactas entre campos de cultivo: kilómetro 22, Tornabous; kilómetro 26, La Fuliola; kilómetro 30, Castell del Remei; kilómetro 36, Linyola… Campos a la izquierda, campos a la derecha, pista recta hasta el horizonte, luego un pequeño quiebro, y otra recta kilométrica más… Y viento, mucho viento.
Apenas pasamos de los 14 kilómetros por hora llaneando en terreno favorable, y hay veces que no podemos poner el plato grande porque la cadencia entonces se atranca…
Mientras seguimos con nuestras penurias, en algún punto de la pista entre Linyola y Balaguer escuchamos que viene un coche por detrás. Es un coche de la Guardia Civil. Nos apartamos para dejarle pasar, y se para a nuestra altura, bajando la ventanilla.
– Buenos días, ¿a
dónde vais?
– Eh… pues ahora a Balaguer.
– ¿Y luego?
– La idea es llegar a Tamarite de Litera.
– Hostias eso está lejos eh… ¿Que estáis haciendo el Camino de Santiago?
– Bueno, estamos haciendo una ruta de Barcelona a San Sebastián en MTB…
Al final resulta que lo que querían era cotillear un poco. Charlamos un rato: que si de donde venimos, a donde vamos, cuántos días pensamos tardar, que si pesan mucho las bicis… Lo típico. Nos desean un buen camino y se van, dejándonos de vuelta con nuestro pisteo contra el viento.
Tras otro rato de pedaleo llegamos a Balaguer a eso de las 13:30 del mediodía. Nos encontramos con unos cuantos supermercados justo en el camino, y decidimos parar en uno para comprar algo para comer, y por si acaso también algo para cenar, ya que no sabemos si en Tamarite habrá gran cosa, y si lo hay no sabemos si estará abierto cuando lleguemos.
Tras haber llenado las alforjas de provisiones, nos vamos hacia el Segre a su paso por Balaguer, donde aprovechamos para hacer unas fotillos. Decidimos que comeremos un poco más adelante ya que el hambre todavía no aprieta fuerte y podemos aprovechar el tiempo un poco más.
Para salir de Balaguer el track nos manda por la Plaça Mercadal, para subir por el Carrer de la Muralla. En el perfil parece que esto sube fuerte, pero no nos imaginábamos que tanto. Nada más salir de la plaza la calle empieza a picar hacia arriba: primero con un 5%, luego un 8%, luego un 10%… Y entonces ves a través de la puerta de la muralla, y empiezas a darte cuenta del rampote infernal que te espera, con tramos que (según Strava) sobrepasan el 20% de pendiente, ahí es nada. Cuando llegamos arriba del todo, cansados y comentando la jugada, vemos a un abuelete partiéndose la caja. No sabemos si había una subida más suave, pero lo que sabemos es que hemos hecho el primo.
Salimos de Balaguer por una pista cómoda, ondulada, pero sin grandes rampas, que vamos siguiendo (todavía) en contra del viento. En un cruce debíamos girar a la derecha, pero nos lo pasamos de largo. Ahora que lo veo en el mapa podríamos haber seguido recto que hubiésemos llegado igualmente a Castelló de Farfanya, pero en el momento no sabíamos si la pista estaría bien o acabaría en un patatal, o una valla de una finca, o vete a saber, así que decidimos tirar por la opción marcada en el track.
Esta opción se acerca al pie de una pequeña sierra montañosa (Serra Llarga), que se extiende hasta Alfarràs y luego parece continuar casi casi hasta Monzón. En esta segunda mitad de la etapa nosotros tenemos que seguir al pie de la sierra hasta llegar a Tamarite de Litera.
Pega un solazo de justicia, el calor aprieta bien fuerte, y tras un rato de sufrimiento alcanzamos Castelló de Farfanya a eso de las tres de la tarde.
Buscamos una fuente en el pueblo porque ya estamos secos, y tenemos la suerte de encontrar una que funciona y además echa agua fresca.
Se nos antoja una cocacola fresca o algo por el estilo, pero en Castelló no hay nada abierto. Tras revisar Google Maps vemos que en el siguiente pueblo, Algerri, a unos 9 kilómetros de distancia, hay una tiendecilla y una gasolinera. Ahí podremos comprar algo fresco, así que decidimos seguir y retrasar un poco más nuestra hora de la comida.
Salimos de Castelló de Farfanya sin seguir las flechas amarillas pintadas en los bordillos de la acera, ya que parece que éstas hacen un rodeo y te llevan al Castillo y la Iglesia de Santa María, con su correspondiente subida, para luego volver a enlazar con la pista que sale del pueblo. No estamos para esfuerzos gratuitos así que nos guardamos la visita turística para otra ocasión.
Llegamos a Algerri a las 15:40 aproximadamente. Buscamos la tiendecilla para comprar la bebida fresca y está cerrada, mierda. Buscamos entonces la gasolinera, pero Maps marca que está muy metida en el pueblo, y parece rarísimo. ¿Cómo va a haber una gasolinera en medio de las calles antiguas del pueblo? Y efectivamente, tal y como estás pensando, no la había. Cagüenlalechehostiayaaa.
Nos encontramos con una señora en el patio de su casa y le preguntamos si hay algún sitio en el pueblo en el que podamos comprar algo fresco para beber: un bar, una tienda, la susodicha gasolinera… Y nos contesta con un semblante muy sorprendido que no, que aquí no hay nada, y la única tienda que hay sólo abre por la mañana. El tono de voz es en plan “pero estos dónde se creen que están, y de dónde han salido”, y es que con nuestras pintas cantamos más que el ajo. Joer, pues menudo plan.
Al final, ya resignados, nos sentamos en la plaza del Ayuntamiento a comer algo. No es plan de seguir alargando, porque vamos a empalmar la comida con la cena. Sacamos las provisiones de las alforjas: una ensalada de pasta, un poco de fruta, unos croissants, y comida basura variada que no supone un alimento demasiado completo ni nutritivo, pero que en una ruta de alforjeo nos parece un manjar de dioses.
Tres cuartos de hora más tarde y con el estómago lleno y contento, es hora de reemprender la marcha. Salimos de Algerri por la C-26, y… ¡mierda!, justo ahí estaba la gasolinera, a la salida del pueblo. Y además abierta. Nos hemos quedado sin bebida fresca por pardillos, y ahora ya se nos ha pasado el antojo, qué le vamos a hacer.
Vuelven las pistas blancas y compactas, y con ellas el llaneo cansino. Por suerte parece que el viento ha aflojado un poco, y eso es de agradecer. Todo recto, una ligera bajada, y alcanzamos el Canal Algerri-Balaguer, semivacío y peligroso (si te caes ahí no sé cómo sales), que seguimos por una pista asfaltada paralela hasta llegar a Alfarràs.
Mientras tanto aprovechamos los campos de melocotoneros para hacer algunas fotillos.
Cruzamos Alfarràs sin pararnos en el pueblo, doblamos un par de calles, y empezamos a subir poco a poco para salir del pueblo. El firme de la subida pasa de estar asfaltado a convertirse en hormigón, y posteriormente el mismo hormigón, pero esta vez rayado para que los coches no patinen. Si sueles salir en bici sabes más que de sobras que hormigón rayado significa pendiente satánica y agárrate los machos. Y así fue. La calle se llama Carrer del Calvari, no hace falta saber más para intuir que por ahí vamos a sufrir.
La subida en sí debe hacer como unos 750 metros, con una pendiente media del 12%. El inicio es relativamente suave, entre un 8 y un 10% de pendiente, pero va de menos a más: poco a poco se va complicando hasta el tercio final que tiene un 14% sostenido (aprox) con rampas del 19%. Si a eso le sumas un hierro de bici que cargado con las alforjas debe pesar unos 30kg, y el cansancio general de la jornada…
Por suerte esa era la última trampa de la jornada, y tras un breve llaneo por ese altiplano iniciamos el descenso por la cara oeste, ya en tierras aragonesas.
En esta parte la pista deja de ser blanca nuclear como las anteriores, para tomar un tono más marronoso, e irse rompiendo poco a poco, haciendo más difícil el avance con la bici. Hierbas, roderas de tractores, pedrolos… Todo nos frenaba. Por lo menos eso nos hacía olvidar el viento que nos azotaba desde la primera pedalada.
Ya cerca de Tamarite la pista se vuelve más suave para acabar suavemente asfaltada, y ante el subidón de haber acabado ya la etapa nos pegamos un esprintazo como si nos estuviésemos disputando el maillot de líder. Qué manera más tonta de acabar de reventar… jajaja.
Ya en Tamarite de Litera nos dirigimos hacia el Ayuntamiento. Jesús se queda fuera con las bicis y yo entro. No hay nadie. Tras una puerta de cristal a mano derecha veo un agente de policía local. Me acerco a preguntarle y resulta que las llaves nos las daría él. ¡Bien!
– ¿De dónde venís
hoy?
– Hoy de Cervera… Ufff, se me ha hecho largo…
– Bueno, desde Cervera es lo normal, lo que suelen hacer todos.
– Ah vaya bueno… Con el viento en contra de hoy, pedalear se ha hecho duro.
– Aquí siempre sopla así, todos los días, es lo normal.
– Ah… bueno… pues se me ha hecho largo, no sé…
– Pues te digo, todo el mundo suele venir de Cervera, es lo normal, tampoco es
tanto.
“Mecagüenlaleche, que yo las he pasado canutas y ya está, joer, me da igual lo que haga el resto de la gente”
(Nah, eso no se lo dije, pero era lo que se pasaba por mi cabeza en ese momento de flaqueza… jajaja)
El policía nos acompaña hasta el albergue, un edificio que usa el ayuntamiento como sala polivalente. El edificio es un poco siniestro y está como medio apartado del pueblo. Se ve que tienen montado ahí un Scalextric, a veces ensayan bandas de música, otras veces hacen reuniones de nosequé… Y tienen una zona habilitada como albergue de peregrinos.
Nos enseña el albergue, las habitaciones, el baño, dónde tenemos que dejar la llave al salir, y “la puerta automática” (que quiere decir que no se puede abrir desde fuera sin la llave, una puerta de toda la vida, vaya). El sitio está un poco viejo, pero está lo suficientemente limpio como para que eso sea lo de menos; tanto Jesús como yo hemos estado en sitios peores. Además, el precio por pernoctar es la donación voluntaria que cada uno quiera dejar. No se puede pedir más.
Ya acomodados en la habitación, desempaquetamos las cosas, lavamos la ropa y nos duchamos. Yo me ducho primero y en principio todo iba bien… Hasta que le toca a Jesús y primero se quema con el agua y luego el agua caliente se acaba y tiene que aclararse con agua helada, pobrecillo.
Como aquí tampoco hay sitio donde tender la ropa, decidimos ir a un bazar chino cercano a comprar un cordel (este ya me lo guardo para futuras rutas) para improvisar un tendedero a través de la habitación, que complementamos con un par o tres calefactores para acelerar el proceso de secado. McGyver a nuestro lado es un mindundi.
Antes de cenar nos vamos a un bar a tomar una cervecita, y a la vuelta, justo en la puerta del albergue, nos acordamos de que no tenemos bebida fresca. Todos los supermercados están cerrados y decidimos ir a la gasolinera que marca Google Maps, que pone que está abierta… Y resulta ser una gasolinera autoservicio, pues claro que está abierta, joer, pero no para comprar bebidas.
Al final volvemos al pueblo esprintando de nuevo (¿qué tendrá Tamarite de Litera que sentimos unas ganas irrefrenables de esprintar como condenaos cada vez que entramos al pueblo?) y compramos un par de cocacolas en un bar.
El resto de cosas antes de ir a dormir pues no tienen mucho interés, más allá de que comimos sobre un pupitre de colegio al no haber mesas, y que Jesús tiró media tortilla de patatas al suelo mientras la abría. Creo que lo hizo con buena intención porque quería que ésta tuviera más nutrientes… jajaja.
Al final se nos han hecho las mil, mañana va a madrugar quien yo me sé… Espero que por lo menos la etapa no sea tan pistera y aburrida como la de hoy, o que el viento respete un poco más, o que por lo menos no pegue tan duro el sol…
Ya veremos qué nos depara la tercera etapa de esta aventura alforjera de Barcelona a San Sebastián en MTB…
Mientras tanto dejo esta foto por aquí, porque es digna de recordar. Déjame que use el blog como diario personal.
Datos de la etapa:
Distancia: 90,54km
Desnivel: +709m
Tiempo en movimiento: 6h05min
Tiempo total: 9h05min
Dinero gastado: 40,50€ [20,25€ por persona] (8€ del desayuno en Tàrrega, 15,50€ de la compra en Balaguer, 0,80€ del cordel en el bazar chino, 3,20€ de las cervezas, 3€ de las cocacolas, y 10€ del albergue en Tamarite de Litera)
Lugares donde dormir en esta etapa:
Tàrrega: Residencia Can Aleix – 10€ – Pl. del Carme, 5 – 973 314 635 – Reserva imprescindible
Balaguer: Albergue Teresa Pàmies – 973 45 15 55 (Lapallavacara) – 973 44 52 00 (Ayuntamiento de Balaguer) – 973 44 51 94 (Oficina de Turismo) – c/Francesc Borràs, 14 – 5€
Algerri: Albergue de Algerri – 973 42 60 13 – Pl.Major, 1 – 5€
Tamarite de Litera: Albergue de Tamarite – 974 42 17 03 (Policía Local de Tamarite), 974 42 00 75 (Ayuntamiento) – Calle Residencia – Entre semana se pueden recoger las llaves en la Policía Local y los fines de semana hay que ponerse en contacto con Carmina en el 625 537 622 – La voluntad
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