De Barcelona a San Sebastián en MTB, Etapa 3: Tamarite de Litera – Huesca

Día tres de ruta de Barcelona a San Sebastián en MTB. Amanece en Tamarite de Litera y a nosotros nos suena el despertador a las ocho de la mañana en nuestra habitación convertida en secadero improvisado.

Recogemos las cosas, que no sé cómo pero (imagino que milagrosamente) ya están secas, y lo empaquetamos todo cuidadosamente en las alforjas. Sacamos las bicis fuera de la zona de peligro de la “puerta automática”. No queremos que se cierre la puerta y nos quedemos nosotros fuera y las bicis dentro… O esto se convertiría en «el paseo de la vergüenza» hasta el ayuntamiento para pedir las llaves de nuevo.

Nos aseguramos de que no dejamos nada atrás antes de echar la llave al buzón y dar el portazo de salida. Fuera hace buen tiempo. Un poco de fresco pero el sol calienta, hoy parece que vamos a rodar cómodos de temperatura.

No sé cómo lo hemos hecho pero son casi las diez de la mañana. Nuestra rapidez para preparar las cosas es lamentable. Salimos en bajada hacia el pueblo mientras voy poniendo el GPS.

– Oye Jesús, ¡que me indica que es para arriba…!

Cagüenlaleche, unos preciosos metros de desnivel perdidos por el ansia viva de las bajadas. Pues nada, calle a la izquierda, otra calle a la izquierda, y empezamos a enfilar para arriba. En esa calle viene de frente un viejo de mierda cuya edad estaba entre los 70 y la muerte, y nos pasa casi rozando con el retrovisor. Veía menos que un topo el tío. Menudo peligro. Por suerte la calle se acaba para los coches, y llega una cuesta que sólo se puede hacer a pie (o en bici, como es el caso). ¡Molinillo y para arriba!

Ya arriba, estando a punto de salir del pueblo, nos acordamos de que no hemos llenado los bidones. Joer. Damos una vuelta buscando una fuente pero no encontramos nada. Parece que no hay fuentes por aquí, y tampoco nos suena haber visto ninguna antes. Entendemos que por la zona tampoco es que vayan sobrados de agua, pero tampoco es como para no tener ninguna fuente en el pueblo, así que preguntamos a una mujer que vemos descargando la compra del coche a su casa.

– Pues la verdad es que hmmmm… No me suena que haya ninguna fuente en el pueblo…

¡¿Pero cómo que no hay fuentes?!

Nuestra cara de asombro debía ser un poema, así que la mujer continúa.

– Aunque si queréis puedo llenaros “las botellas” en casa, pero sólo tengo agua del grifo.

Joer, después de comer una tortilla revolcada en un suelo que vete a saber cuando fue la última vez que se fregó, el agua del grifo de Tamarite de Litera nos parecía toda una delicatessen, como si fuera agua pura proveniente directamente del deshielo de un glaciar virgen de una montaña remota.

Le damos a la mujer los 4 botes que llevamos (pobrecilla, bien cargada que iba), y al rato sale con todos ellos llenos. Se ha ganado el cielo. Se lo agradecemos enormemente (señora, un saludo por si nos está leyendo), y ahora sí, nos disponemos a salir del pueblo.

Bajamos unos cientos de metros por una carretera entre naves industriales hasta que se acaba el asfalto y empieza una pista de tierra, por la que cruzamos el Canal de Aragón y Cataluña. Vemos una señal señalizando el Camino de Santiago en Aragón, lo que indica que no nos hemos perdido, y aprovechamos para hacer una fotillo.

Camino de Santiago en Aragón
La tapa de Jesús a juego con el poste del Camino de Santiago en Tamarite de Litera

Volvemos a cruzar el Canal dos veces más, y esta vez se presenta delante una rampa. Estamos ante la primera tachuelita del día: 400 metros al 8%, lo justo para calentar las piernas mientras avanzamos de Barcelona a San Sebastián en MTB.

Una vez arriba la bajada no está muy clara porque la pista parece perderse. Lo único que vemos es una flecha en un palo, indicando que se baja por un sendero que no tiene pinta de haber sido pisado en mucho tiempo. Jesús encuentra una alternativa un poco más arriba, y proseguimos la marcha.

Camino de Santiago en Tamarite de Litera
No tiene pinta de que sea por aquí… ¿no?
Camino de Santiago en Tamarite de Litera
Y no, ¡por ahí no era!

A la hora de haber empezado a pedalear, sobre el kilómetro 13, encontramos un cartel del Camino de Santiago que nos indica que hemos cruzado a la comarca del Cinca Medio. No hemos visto apenas nada sobre el Camino en nuestros kilómetros hasta aquí, y encontrarlo a estas alturas y en medio de la nada nos sorprende. Si has hecho alguno de los Caminos de Santiago más populares te habrás hartado de ver indicaciones y señales cada cuatro pasos, pero aquí no era el caso. De hecho incluso vi más indicaciones cuando pedaleé por el Camino del Ebro.

Camino de Santiago en la comarca del Cinca Medio
Camino de Santiago en la comarca del Cinca Medio

Lo bueno es que este cartel indica que sólo quedan 8 kilómetros para llegar a Monzón, la ciudad más grande que encontraremos en la etapa de hoy hasta Huesca, así que aprovecharemos para tomar un café y comprar comida para el resto del día.

A dos kilómetros del cartel llegamos al punto más alto de la pista hasta Monzón, y los 7 kms siguientes los rodamos cómodos a veintitantos por hora en ligera bajada hasta plantarnos en el centro de Monzón sobre las doce menos cuarto de la mañana.

Antes de ir a comprar decidimos tomarnos un café en un bar, pero no en el primero que vimos, sino el segundo. ¿Por qué el segundo bar? ¿Es algún tipo de superstición ciclista extraña?

Intrigado me hallo, cuéntame más

Nah, es porque el primero cobraba un suplemento de 0,50€ por estar en la terraza. A ver, no nos vamos a arruinar por cincuenta céntimos, pero hay que estirar el presupuesto todo lo que se pueda, y no estábamos dispuestos a pagar eso para disfrutar de unas maravillosas vistas a una rotonda de Monzón. Así que fue cuestión de ir al de al lado y ya está.

Ya con el café en el estómago y la cafeína empezando a hacer efecto, empezamos a carburar mejor y decidimos espabilar unn poco, ir a comprar algo y retomar la marcha lo antes posible. Compramos algo en un Mercadona que había cerca y emprendimos la marcha de nuevo… A la una de la tarde.

¡¿Pero cómo?!

Sí, sí, la una de la tarde y sólo habíamos llegado a Monzón. Oye, que menos da una piedra, pero tampoco es que sea una proeza de la que uno se sienta orgulloso. Imagino que Jesús coincidirá conmigo si digo que tampoco es que nos pajareáramos mucho (o por lo menos no nos lo parecía), pero era como que el tiempo se nos iba de las manos. Cosas que pasan. Cuando viajas en bici el tiempo es relativo, jajaja.

En fin, que tras la compra (de unos doce euros y pico) llenamos los botes en una fuente antes de salir de Monzón (parece que aquí sí que las hay) y salimos por la N-240 rodeados de tráfico pesado y conductores con prisa. No olvidemos que es martes y día laborable.

Avanzamos pegaditos a la derecha para evitar que nos atropelle algún colgao, hasta que nos damos cuenta de que la línea del track sigue paralela a la carretera, pero unos cuantos metros a nuestra izquierda: nos hemos pasado el cruce. Mierda.

Salida de Monzón
Había que ir por lo amarillo, pero nos fuimos por lo rojo

Decidimos no dar la vuelta sino cruzar campo a través para salir de esa locura de carretera, y tras un pequeño trozo entre matojos y pinchos estamos de vuelta sobre la línea del GPS.

Salida de Monzón
Jesús campo a través para reencontrar el track

Aquí empezaba una subida por una pista de barro seco, con algún que otro pedrolo, machacada por alguna máquina, y que además olía bastante fuertemente a… mierda. Sí, es que ahora mismo no se me ocurre otro nombre para ese olor. ¡Espectacular salida de Monzón!

Salida de Monzón
Esta subida = dislike

En lo alto de la pista cruzamos una vía de tren que parece abandonada (ahora en Maps veo que va a una fábrica), cruzamos un polígono industrial, y volvemos a pistear hasta que eso se convierte en una especie de patatal. No sé si eso es pista o es campo, pero se podía cruzar en bici. Por suerte dura poco y volvemos a las pistas normales.

Pista/campo/patatal

Este pisteo de apenas 2,5kms nos deja en Selgua, donde no vemos absolutamente a nadie. Parece un pueblo fantasma. Es la una y media y algo de hambre hay, pero no vamos muy sobrados de tiempo y todavía podemos aguantar, así que decidimos seguir y ya comeremos más adelante. Quizás en Berbegal, que es el siguiente pueblo.

Salimos de Selgua por la carretera A-1223, que recorreremos menos de un kilómetro, para tomar un desvío a mano izquierda por otra pista. Esta pista a los 500 metros vuelve de nuevo a la carretera, para separarse otra vez más. Hemos caído en la trampa del pardillo que sigue los tracks a ciegas, qué le vamos a hacer. Por lo menos no hemos recorrido ningún tramo penurioso.

Camino de Santiago en Aragón a la Salida de Selgua
Saliendo de Selgua por la A-1223

Ahora sí, el camino se separa de la carretera para ir paralela a ella hasta la entrada de Berbegal. Pica ligeramente hacia arriba: pasamos de los 302m de altitud en el kilómetro 32 (nada más abandonar la carretera) a 468 metros cuando volvemos a enganchar con la carretera, a la entrada de Berbegal (sobre el kilómetro 41). Una subidita muy ligera de esas que te van minando la moral: no puedes bajar piñones para ir rápido porque sino te quedas sin fuerza en las piernas a los pocos kilómetros, pero en cuanto pones un desarrollo más blandito te parece que vas parado en llano y te frustras. Si vas en bici supongo que me entiendes, jajaja.

Total, que llegamos de nuevo a la carretera A-1223, y para no volver a caer en la misma trampa al seguir los tracks a ciegas, decidimos mirar bien el mapa. Podemos subir al pueblo por el trazado que me indica el track, que sube por el rampote que vemos más adelante, o podemos rodear el pueblo por la carretera y empalmar con la ruta un poco más adelante, ya en la salida, y lo más importante: sin necesidad de subir esas cuestas infernales.

Camino de Santiago en Aragón en Berbegal
¿Cuesta infernal…
Camino de Santiago en Aragón en Berbegal
…o rodeo por carretera?

Decidimos que no pararemos en Berbegal a comprar, ni comer, ni tomar nada… así que la opción 2 fue la elegida. Los ciclistas con alforjas no se llevan bien con las cuestas infernales.

Viene un coche a lo lejos y nos da tiempo a cruzar la carretera. Yo la cruzo y Jesús se queda a contrapié y decide que pasará después del coche. El coche aminora la marcha hasta quedarse parado justo delante. Es un todoterreno de la Guardia Civil. Oh mierda, ¿me van a decir algo por cruzar por ahí?

¡Pues no! Se ha parado ahí en medio para hacerle señas a Jesús para que cruce conmigo. Míralos que majos. Les damos las gracias y pedaleamos carretera arriba hasta llegar a la rotonda. Tomamos la primera salida, rodeamos Berbegal, y después giramos en un cruce a la izquierda, donde volvemos a rodar por pista.

Camino de Santiago en Aragón pasado Berbegal
Llanuras tras pasar Berbegal

Esta pista de seis kilómetros es larga, solitaria, sin una sola sombra, y con el viento en contra. Además va degenerando hasta convertirse en otro patatal entre campos que hay que salvar con una bici de treintaytantos kilos, lo cual no es tarea fácil. Tengo que admitir que se me hizo larga, y eso que sólo tardamos 25 minutos en llegar a Lacuadrada.

Jesús marcaba el ritmo, estaba más en forma y más animado que yo, y yo le seguía intentando no perder el ritmo mientras mi cabeza no paraba de pensar en lo pestosa que es esta pista-patatal, en que son las tres de la tarde pasadas, y que todavía estamos a media etapa, en medio de la nada y sin posibilidad de rajarnos porque sino no llegamos a ninguna parte.

En esto degenera la pista: hoy es el día de los patatales

Entre pensamiento y pensamiento, llegamos a Lacuadrada. Pensamos en parar a comer, que ya nos hemos saltado muchos pueblos, pero es que aquí no hay ni un banco donde sentarse. El pueblo son dos calles (literal: calle Mayor y calle Berbegal) y para quedarnos aquí sentados en el suelo… pues mejor seguimos pedaleando.

De Lacuadrada sale una pista de apenas un kilómetro al encuentro del Canal de Pertusa, donde podemos disfrutar del rodaje por asfalto. Lento, porque sopla el viento y estamos cansados, pero por lo menos sin traqueteo. Mucho mejor que el patatal de antes porque no hay que esforzarse tanto, pises donde pises la bici rueda fina.

Canal de Pertusa en el Camino de Santiago en Aragón
Canal de Pertusa

El canal “se acaba” en un túnel, y nosotros seguimos por la superficie mientras desvariamos con ideas variopintas como echarte con una colchoneta en un canal de estos y “a ver dónde sales”, que “quizás llegas al mar” o que “tampoco sería mala manera de viajar”. No te extrañes si la próxima ficha de viaje que leas en el blog sea algo parecido a «de Zaragoza al Mediterráneo en colchoneta».

Total, que llegamos a la A-1217, carretera que lleva a Pertusa.

Entrada a Pertusa
«Somos ciclistas y nos gusta complicarnos»

Se puede entrar a Pertusa por asfalto si quieres más comodidad, pero como nosotros no lo sabíamos seguimos la línea del track y nos metimos a mano izquierda por una pista marcada con la flecha amarilla del Camino de Santiago. Esta pista acababa en unos escaloncitos que nos distrajeron de la monotonía de tantos kilómetros de pista, y en su parte baja pasaba por delante de unas casetas excavadas en la roca a las que bautizamos cariñosamente como “casas de Star Wars”.

Entrada a Pertusa
Disfrutando de cómo nos complicamos la vida

Todo esto y un ligero empujabike posterior nos dejaron en la “Plaza del Parque” del pueblo, gobernada a lo lejos por algo que parecía un bar y lucía un cartel de Estrella Galicia.

– Si está abierto hemos triunfado…

Y sí, estaba abierto. Salió mejor que lo planeado.

¡ESTRELLA GALICIA!

Le preguntamos al hombre del bar si le importaba que sacáramos la comida que compramos en el súper, y si nos podría poner un par de cervezas. La respuesta fue afirmativa a ambas peticiones.

El hombre estaba encantado con nosotros, supongo que debe ser gracioso encontrar dos gilicolgaos como nosotros en el pueblo; nos dio un poco de charleta mientras sacábamos la empanada que nos íbamos a zampar. Vida de ricos. Las cervezas entraron como si fuera agua, y la empanada de kilo cayó entera en pocos minutos entre los dos. El hambre apretaba y se notaba, eran ya casi las cuatro de la tarde…

En el bar de Pertusa
De apalanque en Pertusa
En el bar de Pertusa
La cara que mezcla el «estoy hecho polvo» con el «qué felicidad porque voy a comerme esto»

Nos quedamos comiendo y bebiendo y el apalanque estaba siendo fuerte. La idea de quedarnos en el pueblo iba tomando forma. Al final los kilómetros que no hiciéramos hoy los haríamos mañana, tampoco pasaba nada… ¿no? Y para complicar más el asunto, las reviews del albergue de Pertusa son muy buenas. Todo auguraba un futuro feliz en el pueblo…

…pero al final hicimos caso a nuestro sentido común, y lo mejor parecía acabar la etapa en Huesca. Aquí no hay nada más que el bar, y como mañana no estemos en nuestro mejor momento y no seamos capaces de llegar a Sarsamarcuello, se complicaba la llegada a San Sebastián a tiempo para tomar el bus de vuelta a casa. Además en Huesca podríamos comprar cualquier cosa que necesitáramos, y al ser grande pues hasta podríamos ir a comer a alguna parte, o hacer turismo… quién sabe.

– Venga va, llamo al albergue de Huesca y si hay sitio para poder quedarnos, vamos. Y si no, nos quedamos.

Lo echamos a suertes y que pase lo que tenga que pasar…

Y sí, me cogieron el teléfono. El hombre me dice que él ahora está fuera, pero que avisa a Concha, y que al llegar al albergue la llame, que el teléfono está en un papel a la entrada, que ella me espera.

– ¿Y cuándo llegáis para avisarla? ¿Más o menos por dónde estáis ahora?
– Pues ahora salimos de Pertusa
– …

(se hace un silencio incómodo de unos 5 segundos)

– ¿Hola?
– Sí, sí… Perdona, pero es que Pertusa está como a 30ypico kilómetros… ¿no?
– Sí… Supongo que en unas 3 horas estamos por ahí. Vamos en bici.
– ¡Aaaahhh! Yo ya estaba pensando que llegaríais de madrugada…

En fin, que muy a nuestro pesar salimos de Pertusa unos pocos minutos antes de las cinco de la tarde, en dirección Huesca. Bajamos hasta el río Alcanadre por la carretera, e ignoramos las flechas amarillas que nos indican una subida por un cargabike infernal. Decidimos subir por carretera también. Pese a que estemos con energías y ánimos renovados, aquí no se desperdicia ni un watio.

Rodamos por la A-1217 unos tres kilómetros hasta que el track indica que la tenemos que abandonar para tomar una pista a mano izquierda. Lástima, con lo a gustito que se estaba…

Recorremos esta pista machacada y polvorienta durante unos 5 kilómetros. El polvo le da “el fua” al pedaleo: el sol empieza a bajar, la luz queda de lujo para las fotos, y nos recreamos con el postureo. Si no postureas, no has salido en bici. Y eso de guardar los watios está sobrevalorado, jajaja.

Jesús parece que tiene estudiada la pose pro
…y yo lo intento pero meh

Estos kilómetros pasan rápido entre muchas risas y mucho hacer el retrasado, dejando paso a seis kilómetros más hasta llegar a Pueyo de Fañanás.

Pueyo sigue la línea de los pueblos anteriores. Es una plaza y dos calles. En la propia plaza vemos el albergue del pueblo, y llenamos los bidones en una “fuente” que tiene delante (que era básicamente un grifo con una manguera).

Pueyo de Fañanás
Jesús en la fuente de Pueyo de Fañanás

Mientras estamos cargando agua sale una mujer del pueblo con sus 4 hijos y su perro, y nos da un poco de charleta. Parece que quiere que nos quedemos en el pueblo, nos dice que ya es tarde para ir a Huesca. Serán como las seis de la tarde, que si bien es apurado, tampoco me parece nada exagerado. Yo creo que quiere que nos quedemos para enchufarnos a sus hijos y que los entretengamos, que dos de ellos ya rodean a Jesús y están toqueteando su bici y sus cosas.

Saliendo de Pueyo pasamos por Fañanás, luego por una zona de pistas recién regadas donde hacemos unas fotos (¡tinderazo!), y luego a la carretera A-1219 que recorremos brevemente antes de abandonarla en dirección Ola (k ase).

Saliendo de Fañanás
Esta la pongo en grande porque se lo merece, menudo Tinderazo nuestro Jeslouazo
Ou mama, pero qué locura es esta?!

Recuerdo estos kilómetros con cariño. Recuerdo buena temperatura, un rodar ligero, muchas risas y mucho hacer el monguer. Estamos de buen humor, con la tripa llena, y cerca del final de etapa, al final todo ha salido mejor que lo esperado. El pisteo pestoso de la mañana ya se ha olvidado. Estos momentos eclipsan a los malos y las penurias sufridas, y son los que luego recuerdas con el paso del tiempo.

Camino a Ola
Camino a Ola
Ola k ase

Volviendo a la ruta: debes saber que para ir de Ola a Huesca hay que subir a una especie de altiplano, para después bajarlo y estar ya en los alrededores de la ciudad. Son unos 3,5km al 2% que te dejan en un mirador con buenas vistas. Después de esas vistas viene una trampa… Pero por ahora mira estas fotos. La luz en ese momento era espectacular porque estaba a punto de anochecer, con la tontería nos salió todo un reportaje con el móvil…

Ruta de las trincheras en Huesca
Anocheciendo antes de bajar a Huesca
Tinderazo a la vista

Pero no todo podía ser tan bonito, y es que la bajada que indicaba tanto el track como las flechas era un sendero roto que se convertía en trialera impracticable. Cagüentó, ya decía yo que todo era demasiado bonito…

Bajando lo que se podía bajar montado
Y aquí las alforjas ya empezaban a golpearlo todo

Parece ser que había una alternativa (tenía que haber alguna), pero como esto no lo teníamos previsto y tampoco teníamos tiempo para improvisar gran cosa porque se nos acababa la luz, decidimos bajar ese tramo de algo menos de un kilómetro entre pedrolos y atascando las alforjas en los pasos estrechos. Donde podíamos bajábamos montados, y donde no, pues a pata. Realmente la mayor parte fue a pata, pero bueno…

Ahora en casa analizando tracks de otra gente veo que sí había alternativas (en rojo)
Nosotros tiramos por lo directo, por donde indicaban las flechas amarillas (en negro)
Y ahora pues toca un poco de pateo por aquí…
…y otro poco más de pateo por allá
Pero todo lo que se pueda hacer montado… ¡Postureo!

Una vez llegamos a la tan ansiada pista ya era casi de noche. Gafas fuera, que no se ve un carajo, y a darle gas todo lo que podamos, que Huesca está al caer.

Gas, que se acaba la luz!

Pero un último contratiempo nos frena: a lo lejos vemos un hombre paseando con dos perros sueltos. Bueno, dos perracos sueltos. Dos perracos sueltos que vemos que vienen corriendo y ladrando hacia nosotros.

“¡Tranquilos, que no hacen nada!”

(Nosotros somos las coles, por si hay dudas)

Y una mierda que no hacen nada. No tenían pinta de amigables precisamente… Frenamos en seco y colocamos las bicis delante en forma de flecha, a modo de escudo. No he visto mejor sincronización en mi vida.

Los perros se quedan a una distancia prudencial de nuestro escudo, seguro que acojonados por tan magnánima demostración de poderío, ladrando frustrados por no poder pegarnos un bocado en la pierna. Al final deciden desistir cuando el hombre los llama insistentemente para que vuelvan con él.

Seguimos con el pedaleo a full gas hasta que llegamos a Huesca. Una calle oscura en lo que parece un polígono de las afueras. Le digo a Jesús de salir a una calle principal donde haya un poco de luz para mirar en el móvil dónde queda el albergue.

Llegamos al Paseo de Ramón y Cajal, donde paramos en una esquina al lado de un bar. Según veo eso es la zona del “Perpetuo Socorro”. Y me cago en la hostia, casi tenemos que pedir socorro nosotros.

Parados y buscando el albergue en el móvil, vemos como dos gitanillos de 11 o 12 años se están dando de hostias delante de un portal. Las familias en vez de separarlos los animan a pegarse más.

“¡¡¡Dale duro Jose Ramon!!!”
“¡¡Pártele la boca joder!! ¡¡Venga suhmuertoh!!”

Esto, pero en versión gitano street fighter

Me cago en la hostia, ¿dónde cojones nos hemos metido? Esto es el puto Bronx de Huesca, fijo.

– Manu tío creo que es por ahí, vamos.
– Ah hostias ¿pero cómo lo sab…?
– Vamos tío va.

Jesús me hace un gesto con la cabeza para que mire a mi derecha. En el bar que hay en la esquina, además de haber feligreses gozándolo con la pelea de los gitanillos, hay otros tres más que están comentando nosequé mierdas entre ellos mientras nos miran fijamente. Les falta babear. A ver si vamos a salir de Huesca sin bicis…

Salimos a golpe de pedal mientras miro el Maps en movimiento. Sé que no se puede, pero visto lo visto se trata de una situación de vida o muerte.

– ¡Por aquí! Esta a la izquierda, luego la segunda a la izquierda, y ya llegamos.

Jajaja, me cago en mi puta bida y en el Maps. Salimos de Guatemala para meternos en Guatepeor.

¿Pero esto qué es?

Por si los gitanillos dándose de hostias más los del bar no eran suficiente como comité de bienvenida a Huesca, vamos y nos metemos en la boca del lobo. La calle deja de estar iluminada y abre paso a un submundo donde las casas van degradando su estado, donde vemos a un grupo sentado en una mesa en medio de la calle haciendo la sobremesa (sí, en el medio de la carretera), un tío paseando un par de perros peligrosos que dan mal rollito, dos o tres chavales desvalijando arreglando una moto en una esquina… Y al fondo, en una zona que parece un poco más normal (e iluminada), el albergue. Joder con la zona del albergue…!

Ya en la puerta del albergue veo el teléfono de Concha y la llamo. Dice que en diez minutos está por aquí para atendernos y abrirnos. Mierda, diez minutos son demasiados, quizás no salimos vivos de esta.

«Yo he visto cosas que tú no creerías…»
«…de verdad, que he visto muchas cosas chungas en 5 minutos»

Por suerte no hubo más sorpresas y llega la señora, nos sella la credencial y nos enseña el albergue. Un albergue super chulo, amplio, moderno, limpio… Joer, nada que ver con lo que había fuera.

La verdad es que el albergue es top top, muy recomendable (excepto por la zona, jajaja)

La mujer nos dice que guardemos las bicis en una especie de “jaula” que hay fuera, pero en cuanto se va las metemos para dentro. No nos fiamos una mierda. La única seguridad es un candadito que se abre con mirarlo. ¡Ni de coña!

Ni de cooooooooña

“Bicis pa dentro, y gafas por fuera”

Tras el día de aventura nos duchamos, lavamos la ropa, y vamos al Mercadona que hay al lado a por la cena y cosas para mañana. Jesús se queda sin agua caliente a media ducha. Ya le pasó en Tamarite, hoy por segunda vez. No lo sabía pero mañana le tocaría de nuevo… jajaja.

Para ir a comprar y no dar la vuelta otra vez por el barrio, atajamos por una pista de tierra sin iluminar, apodada cariñosamente como “el atajo de las puñaladas”. No sé qué era peor. A ver, que no pasó nada y las probabilidades de que pasara algo eran bajas, pero no daba buen rollo.

En fin, que nos damos un homenaje con pizzas, olivas, unas cocacolas frescas que fue Jesús a buscar a un kebab cercano, y unos helados de postre. Un final de lujo para un día ajetreado.

Final de lujo para un día largo

¿Y mañana qué? ¿36 kilómetros a Sarsamarcuello o 102 hasta Artieda? Ya os lo cuento en la próxima entrada de esta aventura de Barcelona a San Sebastián en MTB…

Datos de la etapa:

Distancia: 88,48km
Desnivel: +847m
Tiempo en movimiento: 6h04min
Tiempo total: 10h02min

Dinero gastado: 60,80€ [30,40€ por persona] (3,20€ de los cafés en Monzón, 12,70€ de la compra en Monzón, 4€ de las cervezas en Pertusa, 20,90€ de la compra en Huesca, y 10+10€ del albergue en Huesca)

Lugares donde dormir en esta etapa:

Monzón: Residencia de deportistas Monzón – 974404894 – c/Río Flumen, 36 – 10€
Berbegal: Albergue de Berbegal – 687 297 161 (Nela), 974 30 10 01 (Ayuntamiento) – c/del Parque, 1 – 10€ – Imprescindible avisar antes
Pertusa: Albergue de Pertusa – 622 272 501 (José Manuel Trallero), 974 30 14 68 (Ayuntamiento) – c/de la Unión – Antes de la llegada hay que llamar a José Manuel Trallero, que vive en la plaza del Portal, 5. Él sella y acompaña hasta el albergue. – 5€
Pueyo de Fañanás: Albergue de Pueyo de Fañanás – Pza.Mayor – Las llaves se recogen en el Bar Social (Jesús) situado debajo del albergue y también en casa de Lidia (en la misma plaza). – La voluntat
Huesca: Hospital de Peregrinos San Galindo –  629 947 956 (José Agraz Bernad), 659 610 623 (Andrés Uros) – C/ Valentín Gardeta, 34 bajo – 10€

Continúa tu lectura sobre la ruta de Barcelona a San Sebastián en MTB con la etapa anterior, la etapa siguiente, o la ficha del viaje.

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