Camino de Santiago en bici, Etapa 13: Portomarín – O Pedrouzo

Como casi todas las noches que he dormido haciendo el Camino Francés en bici, a las 6 de la mañana ya hay movimiento por la habitación. Las linternas de los móviles y los ruidos de las bolsas de plástico, mochilas, murmuros, hacen que sea imposible seguir durmiendo (o por lo menos sin tapones para los oídos), así que lo único que queda es ir desperezándose para levantarse y partir.

Los horarios de los caminantes son muy diferentes a los de los ciclistas (o por lo menos así es según mi experiencia): los primeros suelen salir de los albergues antes de que amanezca para empezar a andar con el fresquito y así llegar al destino antes de mediodía, evitando las horas de más sol y calor. Comen en el pueblo o ciudad en el que pasarán la noche, y ya se quedan ahí a echar la tarde hasta el día siguiente. Los ciclistas en cambio salimos un poco más tarde y pedaleamos todo el día para llegar al principio de la tarde a nuestro destino. Parece que sobre la bici el sol se hace menos pesado.

En fin, que a las siete de la mañana ya estoy en pie y con las cosas listas para cargarlas en la bici. No he dormido nada mal en la butaca/cama que me ha tocado. De hecho me ha parecido una cama de lujo comparada con la colchoneta sobre varillas de obra de la noche anterior en Vega de Valcarce.

Me voy a por la bici al garaje aledaño al albergue donde los hospitaleros la guardaron anoche. Una familia muy maja, se ve que les gusta lo que hacen.

La madre de la familia me sujeta la bici mientras cargo las alforjas y bolsas varias.

– ¿Qué tal con la bici por estos caminos?
– Pues muy bien la verdad, son más duros que en la meseta, pero me encantan.
– Mi hija dice lo mismo… En la meseta hace demasiado calor.
– ¿Su hija ha hecho el Camino en bici también?
– Sí, desde Roncesvalles. Y se fue a la aventura sin saber siquiera reparar un pinchazo.

La mujer se ríe ante mi cara de asombro. La verdad es que es de valientes… jajaja. Aunque en el Camino Francés si pinchas es cuestión de esperar un rato, porque seguro que pasa alguien que sabe y puede ayudarte.

«Hola, vengo a ayudarte con tu pinchazo»

Me despido de la mujer y bajo por la calle hasta la plaza de la iglesia. Me noto un poco aletargado y necesito mi chute de cafeína para poder pedalear como es debido. Ya que el bar de ayer me gustó me dirijo hacia allá para tomarme un café. A todo esto, por si te interesa, que no sé si lo escribí en la crónica anterior o no, el bar se llama Abe&Pau.

Me tomo un café con leche acompañado de un donut de chocolate. La mujer del bar me reconoce y además me saca un vasito de zumo de naranja, qué simpática.

Mientras desayuno planifico la etapa de hoy. Tras el incidente con el sillín cerca de Carrión de los Condes por el que tuve que alargar la etapa hasta León, y el hecho de sentirme bastante bien desde que estoy en el Camino Francés (¿será que mi cuerpo se ha acostumbrado? ¿o será que el Camino Francés no es tan duro mentalmente?) he ido alargando y modificando las etapas a placer. Cualquier parecido con mi planificación previa en casa es pura casualidad. En mi libro de ruta tenía anotado que podía parar en Triacastela o Sarria, y la próxima parada antes de Santiago iba a ser Melide. Y ahora me encontraba justo a media etapa, en Portomarín, sin saber muy bien qué hacer.

¿Alargo y tiro ya hasta Santiago? Son unos 94km, que, si bien tampoco parecen demasiados, se me pueden hacer duros. ¿Y si llego tarde y no encuentro alojamiento qué? Santiago seguramente está mucho más lleno que los demás pueblos antes de llegar…

Por otro lado, si no tiro hasta Santiago, ¿hasta dónde voy? ¿Hago dos etapas de 50km? Hmmm… Es que me parece poca cosa…

Finalmente se me va el tiempo entre Google Maps, mi libro de ruta y mis pensamientos; y cuando me doy cuenta ya son las ocho y media pasadas. A este ritmo no voy a llegar a Santiago, ni a hacer cincuenta kilómetros, y si me empano mucho más ni siquiera salgo de Portomarín.

Al final la decisión más sabia que podía tomar era: “voy a pedalear hasta que me apetezca, y donde me parezca bien me paro”.

Así que pago mi desayuno y salgo del bar para empezar mi (¿puede que última?) jornada siguiendo las flechas amarillas hasta Santiago de Compostela.

Vamossssss

La salida de Portomarín es en bajada, para ir a encontrar el puente que pasa sobre el río Miño. Ya en el puente veo grandes grupos de peregrinos, no sé si empezando su jornada en Portomarín, o viniendo de pueblos anteriores. A partir de Sarria esperaba encontrar mucha más gente, y es que el requisito mínimo para que te den la Compostelana es haber recorrido como mínimo los últimos 100km a pie.

Una vez cruzado el puente empieza una subida por pista a mano derecha, donde tengo que ir avisando y pidiendo paso a los peregrinos que voy adelantando. 2 por aquí, 4 por allá, un grupo de 6 ocupando todo el ancho de la pista, otro par más allá, uno solitario y despistado con los auriculares puestos y la música a todo trapo…

Camino de Santiago saliendo de Portomarín
Grupos de peregrinos a la salida de Portomarín

Acabada la subida, el Camino coincide en su trazado con la carretera LU-633 durante seis kilómetros. La pista, llena de mochileros, avanza paralela a la izquierda del asfalto. Aprovechando que tampoco hay demasiado tráfico, decido ir por el asfalto para avanzar más cómodamente y evitar estar pidiendo paso cada diez metros, y tampoco molestar a camineros de domingo y otros irritables personajes que se enfurruñan al ver a alguien montado en una bicicleta.

A lo que iba, tras los 6km por la LU-633, las flechas amarillas desvían todo el flujo de peregrinos hacia la aldea de Castromaior, llamada así por el Castro que se encuentra al lado, apenas un kilómetro ladera arriba.

El Castro de Castromaior se compone de seis recintos amurallados, y estuvo habitado desde el siglo IV a.C. hasta el siglo I d.C. es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del noroeste de la Península Ibérica. Puedes buscar más info en internet si te interesa…

…porque cuando pasé por ahí parece que a nadie le interesaba lo que había ahí. Nadie se desviaba los 50 metros necesarios para poder observar el Castro. Vale que nada más salir de la aldea tienes una subida de un kilómetro al 9% de media (con rampas del 14%) y llegas arriba cocidito, pero faltando tan poco es tontería no acercarse.

Subida al Castro de Castromaior
El final de la subida, y el Castro a la izquierda tras el montículo

Acabada la subida y contemplado el Castro, veo a una chica que parece que se intenta hacer un selfie con el cartel, o con el Camino, o… no sé.

– Hola, ¿hablas castellano?
– Hola, sí.
– ¿Quieres que te eche yo la foto?
– No, es que tengo novio.

(No pude evitar partirme de risa, lo siento)

– Ah vale, ¡pues dale recuerdos!

Mientras todavía me dura la risilla floja por la situación absurda que acabo de vivir, veo subir a Alberto por esas rampas del 14% dando chepazos. Nos saludamos y charlamos un poco. Hoy ha salido tarde porque se quedó viendo el fútbol y se tomó unas cañas con unos del pueblo y luego una ronda lleva a otra, y que si en esta pago yo, y que el albergue no cierra la puerta por la noche, y que vaya, que al final se fue a dormir a las mil.

Él se queda visitando el Castro y yo sigo mi camino.

La pista acaba de nuevo en la carretera LU-633, para desviarse mínimamente y pasar por Hospital da Cruz. Ahí el camino acaba en la carretera N-540, y en un bar estratégicamente situado, que a esas horas ya tiene bastante afluencia. A la salida de la nacional no es que haya mucho tráfico, pero viene rápido, por lo que es un punto en el que hay que ir con mayor precaución. En los meses fuertes de verano supongo que debe haber más gente cruzando que coches circulando.

Cruzando la N-540 vemos el conocido cartel de «vamos nenos»

Sigo mi camino entre pistas y aldeas, cruzando muchos bosques de eucaliptos hasta llegar a Palas de Rei. Deben ser las 11 de la mañana más o menos, y me viene apeteciendo mi cafecito de media mañana, pero no veo ningún sitio que me convenza para pararme con la bici así que decido seguir, que será por bares…

Palas de Rei
Casa do Concello en Palas de Rei

Finalmente paro cuatro kilómetros más adelante, en una pequeña aldea que me parecía estar en medio de la nada (Ponte Campaña), pero que ahora que la veo en el mapa pues tampoco es tan remota. Ahí, nada más cruzar el río Pambre se encuentra a mano izquierda una especie de albergue/bar/cafetería con una terraza muy apañada, con buen ambiente peregrino.

Entro al lugar a pedir un café con leche, y veo un cartel de que “la tarifa” para usar el baño son 0,50€. Me sorprende encontrar algo así pero ok, si está ahí es que algo habrá pasado. Algún apurado en el pasado habrá plantado un pino colosal y se habrá ido de rositas dejando el marrón ahí (nunca mejor dicho). Mientras espero para pedir mi café al hombre encargado del sitio, lo veo un poco agobiado con “tanta” gente (que seríamos 5 a lo sumo). El hombre me despacha de manera bastante seca, pero tampoco me voy a hacer mala sangre.

Salgo a la terraza a tomarme mi café y me siento en una mesa donde queda un sitio libre. Ahí me dan charla un grupo de cinco estadounidenses, y una señora de Colombia. Mientras que a los primeros sólo les interesan las cifras (que cuántos kilómetros llevo, cuántos hago cada día, qué medias de velocidad saco, etc.), la mujer me sorprende preguntándome por el tema de la independencia de Catalunya, lo cual me deja a cuadros. ¿Estas cosas llegan hasta Colombia?

Se ve que la señora está en una especie de grupo religioso ahí en Colombia, y una vez al año se van a algún lugar de “world tour”. Ha estado en misiones en África, Centroamérica, de turismo en Lourdes o el Vaticano, y ahora haciendo el Camino de Santiago. No sabía que existían estas cosas.

Acabado el café reanudo la marcha, que esto se está llenando demasiado y mi sitio en la terraza pasa a estar muy cotizado. Nos deseamos todos un Buen Camino y ya no nos volveremos a ver más.

Bosques de eucaliptos en el Camino de Santiago
Bosques de eucaliptos everywhere

A un kilómetro de este lugar oigo como viene una bici por la retaguardia, y derrapa a mi altura. Es Alberto, que me ha vuelto a alcanzar.

– ¿Joder sí que corres no?
– ¡Qué va, si justo salgo de tomarme un café!
– Yo me he tomado uno en Palas, esperaba verte ahí.

Seguimos pedaleando juntos, adelantando a los numerosos peregrinos que van a pie (Alberto a veces de forma demasiado agresiva a mi parecer), hasta que llegamos al puente sobre el río Furelos que prácticamente marca la entrada a Melide.

Puente Melide sobre rio Furelos
El puente en cuestión

Entrando a Melide el Camino se convierte en una especie de paseo marítimo de cualquier ciudad turística de la costa en agosto. Decenas de carteles de albergues, restaurantes, flechas para aquí y para allá que se contradicen, taxis que te acercan a ti o a tu equipaje donde quieras, repartidores de folletos de mil cosas, camareros carta en mano preparados para acompañarte a su bar… Qué agobio. Qué parque de atracciones. Con la calma (casi soledad) que se vive en otros tramos…

Casi llegando a la carretera que cruza Melide, pasamos por delante de la Pulpería A Garnacha, donde tienen a un tipo que intenta atraer a la gente soltando cuatro frases en cualquier idioma intentando hacerse el gracioso, invitándote a pasar y demás.

– ¡¡Vamos Induráins!! (pensará que nunca me han llamado Induráin yendo en bici…)
– ¡Venga ahí!
– Probad chavales, que con esto llegáis a Santiago hoy

Jajjaa Induráin dice, qué gracioso… no

Y nos extiende un par de palillos con un trocito de pulpo.

Hay que decir que pese a que sus técnicas de marketing me parecen un poco cutres, funcionan. A Alberto ya lo han cazado. Tras comer su trocito de pulpo me propone parar.

– Hostias tío pues no está mal eh… Y en todas las guías pone que tienes que comer pulpo en Melide.

(Primera noticia que tengo de que es obligatorio comer pulpo en Melide… jaja)

– Yo es que no tengo mucha hambre Alberto, que me he zampado un paquete entero de galletas de chocolate y un café hace poco…

El tipo de la pulpería nos oye e insiste.

– Venga va hazle caso a tu amigo, ¡es el mejor pulpo que probaréis nunca!

Alberto saca el móvil y ojea algo.

– Yo es que tengo apuntado que la buena es la Pulpería Ezequiel.
– ¡Qué va! Esos viven de la fama y de que salen en todas las guías, pero te dan un pulpo chicloso, este de aquí es el bueno, ya verás.

Parece ser que A Garnacha y Ezequiel son los dos principales competidores en Melide y tienen una dura rivalidad. Uno sale en todas las guías y el otro está justo antes en el transcurso del Camino. Alberto ya está decidido a parar.

– Venga tío, que me da palo parar yo solo. Te invito si quieres.

Al final decido parar con él. No es porque me invite o no; por suerte mi economía no depende de una ración de pulpo, pero me sabía mal dejarlo ahí solo, o que por no quedarse él solo entonces me siguiera a disgusto y me diera la turra en los siguientes kilómetros. Hay que ser buena gente. Atamos las bicis a la farola más cercana y entramos.

Parece ser que Alberto sí tiene hambre, y lo que iba a ser una parada para picar un poco de pulpo acaban siendo dos tapas pequeñas de pulpo, una de pimientos del padrón, una copa de vino para él, y una cerveza para mí.

«Mi marketing es el mejor, Induráins, soy un genio»

Con toda el ansia que tenían en que entráramos, a la hora de servir y cobrar tardaron lo suyo. Los camareros van como pollos sin cabeza, pero bueno, es entendible. Son pocos y cada vez hay más gente dentro. Lo peor es que nos cascaron 0,80€ por persona por la cesta de pan duro que nos pusieron “cortesía de la casa”. Hay que ser caradura. Eso sí, el pulpo estaba bueno, hay que admitirlo, pero se ve que es un negocio orientado a la gente que va de paso y no repite, como son los peregrinos del Camino. 27,20€ en total.

Tras una hora y cuarto (joder, sí que pasamos tiempo ahí) decidimos seguir con el pedaleo. El Camino transcurre sin cosas realmente reseñables. Peregrinos y más peregrinos, subebajas por pistas de tierra entre eucaliptos, Alberto afilando a la gente y silbándoles para que se aparten…

¿Pero por qué…? Yo no voy con él

En los últimos kilómetros he visto a Alberto bastante hecho polvo, no sabe ni cómo sentarse. Me comenta que tampoco es un ciclista habitual sino que esto es algo nuevo para él.

Paso empedrado sobre el río Catasol
Paso empedrado sobre el río Catasol a la salida de Melide
Paso de rocas sobre el río Catasol (Melide)
Y desde el otro lado

Y tras 14 kilómetros llegamos a Arzúa. Son las tres y media de la tarde pasadas y el sol pega fuerte. Decidimos parar en un bar a la entrada de la ciudad a tomar algo fresco. Media horita más de parada por aquí. Ya vamos tarde para los albergues en horario Camino, por lo que decido buscar en mi libro de ruta algún albergue en el que posiblemente pueda parar, para llamar y que me guarden una cama. Lo sé, esas cosas no se hacen y son de traidores modernos, pero no voy a ser el único primo que se quede sin cama por hacer el Camino “a la vieja usanza”. Ya que disponemos de tecnología, hay que usarla.

Finalmente me guardan una cama en un albergue en Santa Irene, a unos 15km de Arzúa. Calculo que tardaré una hora más o menos en llegar, así que sobre las cinco de la tarde debería estar llegando a mi destino. Alberto dice que se va hoy hasta Santiago y que se buscará la vida, que no reservará nada porque quizás sale un Alsa de madrugada y puede dormir en el bus mientras va de camino a Cantabria…

Seguimos con nuestro pedaleo y paramos en Salceda a llenar los bidones de agua. A la salida del pueblo hay un memorial a un peregrino belga que murió aquí en 1993. Mal rollito.

Alberto entre los bosques gallegos

Tras Salceda, el Camino se cruza con la N-547 varias veces. En una de estas Alberto propone ir por la carretera, que pese a tener tráfico, baja suavemente y nos transporta unos 6 kilómetros sin dar una sola pedalada hasta O Pedrouzo. Al parar, creyendo que estamos en Santa Irene, busco en Google Maps mi albergue… Que resulta estar 3 kilómetros cuesta arriba. Mierda. Llamo al sitio para disculparme y decirles que dejen mi cama libre para cualquier otra persona que la necesite. Se sorprenden por mi llamada y me lo agradecen. (¿será que la gente nunca llama y «aquí paz y después gloria»?)

Son casi las cinco y media de la tarde y yo decido que me quedo en O Pedrouzo. Hay un par de opciones de alojamiento y probaré suerte. Alberto me dice que se va hacia Santiago a toda velocidad. Le deseo un Buen Camino y desaparece entre más bosques de eucaliptos.

Yo finalmente estoy de suerte, y en el primero que pruebo (Albergue Porta Santiago, tenía buenas reseñas) encuentro sitio. Es un sitio nuevo, bien cuidado, con su jardincito “zen” y su hilo musical tranquilo, taquillas de moneda y enchufes para cada bloque de literas… Lo único que no me gusta es que tengo que dejar la bici en la recepción justo al lado de la puerta, pero entre que le pongo el candadito a la bici y que de noche la puerta queda cerrada, me autoconvenzo de que estará bien. No tengo fotos del albergue (no sé por qué hice tan pocas fotos en esta etapa, algo pasaría con mi móvil), pero puedes ver más en su página de Google Maps.

Y lo siguiente pues nada, comprar algo para cenar y desayunar, ducharme, tomar una cerveza, prepararme la cena (la cocina está como en una especie de terraza arriba bastante bien apañada), y comprar un vuelo de vuelta a BCN para el día siguiente.

Mañana toca “el paseo de los campeones”, algo así como la etapa de los Campos Elíseos del Tour de Francia. Sólo me falta la copita de cava, pero el Camino de Santiago ya está ganado.

Copa de cava o pizza… Este sí que sabe

Datos de la etapa:

Distancia: 73,5km
Desnivel: +1481m
Tiempo en movimiento: 5h45min
Tiempo total: 8h30min

Dinero gastado: 36,80€ + 76€ (2,60€ del desayuno en Portomarín, 1,60€ del café en Ponte Campaña, 13,60€ de la pulpería en Melide, 1,80€ del refrigerio en Arzúa, 5,60€ de la compra en O Pedrouzo, 1,60€ de la cerveza posterior, 10€ del albergue, y 76€ del vuelo de vuelta a casa)

Lugares donde dormir en esta etapa:

Gonzar: Albergue Casa García – 982157842 – 10€ / Albergue de la Xunta – 982157840 – 6€
Castromaior: Albergue Ortiz – 982099416 – 10€
Hospital de la Cruz: Albergue de la Xunta – 982545232 – 6€
Ventas de Narón: Albergue Casa Molar – 696794507 – 10€ / Albergue O Cruceiro – 658064917 – 10€
Ligonde: Albergue mpal – 679816061 – 8€ / Albergue la fuente del peregrino – 687550527 – La voluntad / Albergue Nirvana Lodge (Monterrosso) – 678702060 – 10€
Eirexe: Albergue de la Xunta – 660396819 – 6€ / Albergue Eirexe – 982153475 – 10€
Portos: Albergue a paso de formiga – 618984605 – 10€
Lestedo: Albergue a Calzada – 982183744 – 10€
Palas de Rei: Albergue San Marcos – Travesía iglesia – 982380711 – 10€ / Albergue Outeiro – Pza.Galicia, 25 – 982380242 – 10€ / Albergue Mesón Benito – Rua da Paz – 636834065 – 10€ / Albergue Castro – Av.Ourense, 24 – 609080655 – 10€ / Albergue a Casina di Marcello – 640723903 – 10€ / Albergue Zendoira – c/Armando Losada, 10 – 608490075 – 10€ / Albergue de la Xunta – Ctra.Compostela, 9 – 660396820 – 6€ / Albergue Buen Camino – Rua Peregrino, 3 – 982380233 – 10€
Ponte Campaña: Albergue Casa Domingo – 630728864 – 10€
Casanova: Albergue de la Xunta – 982173483 – 6€
Leboreiro: Albergue casa familia – 605120522 – La voluntat
Melide: Albergue San Antón – c/San Antonio, 6 – 981506427 – 12€ / Albergue Alfonso II – Av.Toques e Friol, 52 – 981506454 – 12€ / Albergue Pereiro – c/Progreso, 43 – 981506314 – 10€ / Albergue O Cruceiro – Ronda de Coruña, 2 – 616764896 – 10€
Boente de Riba: Albergue Boente – frente a iglesia – 981501974 – 12€ – piscina / Os Albergues – 629146826 – 11€
Castañeda: Albergue Santiago – 981501711 – 11€
Ribadiso de Baixo: Albergue de la Xunta – 981501185 – 6€ / Albergue los caminantes – 647020600 – 10€ / Albergue Milpes – 981500425 – 10€
Arzúa: Albergue Don Quijote – c/Lugo, 130 – 981500139 – 10€ / Albergue Ultreia – Av.Lugo, 126 – 981500471 – 10€ / Albergue de Selmo – Av.Lugo, 133 – 981939018 – 10€ / Albergue Santiago Apóstol – Av.Lugo, 107 – 981508132 – 10€ / Albergue de la Xunta – c/Cima de Lugar, 6 – 660396824 – 6€
Pregontoño: Albergue Camiño das Ocas – N547 – 648404780 – 12€
Salceda: Albergue turístico Salceda – N547 – 981502767 – 12€ / Albergue de Boni – Lugar de Salceda, 22 – 618965907 – 12€ / Albergue Alborada – N547 – 620151209 – 12€
Brea: Albergue el Chalet – 629693921 – 10€
Santa Irene: Albergue Astrar – 608092820 – 10€ / Albergue Sta.Irene – 981511000 – 13€ / Albergue de la Xunta – 660396825 – 6€
O Pedrouzo: Albergue O Trisquel – Rua do Picón, 1 – 616644740 – 10€ / Albergue Porta de Santiago – Av.Lugo, 11 – 981511103 – 10€ / Albergue Cruceiro de Pedrouzo – Av.Iglesia, 7 – 981511371 – 10€ / Albergue Rem – Av.Iglesia, 7 – 981510407 – 12€

Continúa tu lectura sobre el Camino de Santiago en bici con la etapa anterior, la etapa siguiente, o la ficha del viaje.

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