Dos de mayo y mi primera noche del Camino del Ebro en un albergue. La verdad es que no he dormido nada mal y eso que se ve que pasaban trenes toda la noche, pitando y haciendo vibrar las ventanas. Yo estaba tan hecho polvo que ni me había enterado.
Bajo a desayunar a las 7:30 y soy el último en salir. Me tengo que acostumbrar a los horarios del Camino porque aquí todo arranca mucho más pronto (spoiler: no me acostumbré en todo el viaje). Desayuno un café con leche con un chucho de crema mientras charlo con el matrimonio holandés. La etapa de hoy tienen prevista acabarla en “Tulédau” que no llego a entender qué es, así que sonrío y asiento mientras intento descifrar el pueblo del que se trata.
Salgo a preparar la bici, que ha dormido toda la noche al raso. Ya casi ni me acordaba. Salgo del bar y espero que al girar la esquina siga ahí… Y por suerte así es. ¡Menos mal!
Mientras estoy cargando las alforjas caigo en la cuenta de que Tulédau en realidad es Tudela. Ahhhh amigos, ahora todo cobra mucho más sentido. Con todas las cosas ya cargadas, el sol saliendo, y una mañana fresquita, salgo del albergue y adelanto a los holandeses a media calle. Nos deseamos un buen camino y cada uno sigue por su lado. Voy camino al centro del pueblo, que es por donde el track del GPS me indica que debo ir.
“Oh mierda, me he olvidado de llenar los bidones de agua”
Le pregunto a un chico que pasaba por la calle dónde puedo encontrar una fuente en el pueblo, y me da unas indicaciones un poco confusas:
– Tú tira hasta el fondo, luego a la izquierda, cuando veas las escaleras las rodeas a mano derecha, y verás que hay una fuente ahí al fondo…
Más o menos creo que me aclaro y decido seguir sus indicaciones, pero pronto me pierdo (¿te sorprende?). Le pregunto a una señora que encuentro en la calle, y me dice que debo bajar esa calle que hay ahí al lado, llena de escaleras. Bueno, pues nada, a bajar escaleras. Todo el equipaje rebotando, yo bajando como un pato con las calas… Y abajo tampoco hay fuente. Le pregunto a otra mujer que pasaba por ahí, y me envía en dirección contraria a los dos anteriores… Así que le doy las gracias, pero hago lo que me da la gana y sigo el track del GPS, malo será que no haya una fuente en los próximos diez kilómetros…
Salgo del pueblo en bajada hasta llegar a un canal, afluente del Canal Imperial de Aragón, que sigo a un lado. Al poco rato adelanto a la pareja de francesas, a las cuales deseo un buen Camino, pero parece que no saben quién soy. Al poco rato me encuentro otra mujer sentada a un lado del camino, con la mochila y los zapatos a un lado. Le pregunto si está bien y me dice que sí, que todo bien. No lo parece, pero bueno, si me dice que siga pues sigo…
Hace solecito, pero el aire es bastante frío. El teléfono me marca 6 grados de temperatura, de momento es el día de más frío de mi ruta. Por lo menos el aire respeta y no sopla, lo que me permite avanzar a buen ritmo, respirar aire fresquito, pero entrar en calor al darle leña a los pedales.
Ruedo paralelo al Canal Imperial de Aragón, y si lo sé no lo hubiese abandonado ni un segundo, ahora sabrás por qué…
Dejo el Canal a un lado ya que las flechas amarillas (y el track) me desvían hacia Mallén y la N-232. A Mallén no llego a entrar porque han puesto vallas en la carretera nacional y ya no puedes cruzar de un lado a otro con seguridad, así que sigo en dirección a Cortes. Pronto me recibe un cartel de bienvenida a Navarra.
Cortes parece lo suficientemente grande como para que haya una fuente donde llenar los bidones de agua. Le pregunto a las dos primeras personas que me encuentro en el pueblo, y me dan indicaciones para una fuente. Las indicaciones (por fin) son claras y encuentro la fuente sin problema.
Tras el avituallamiento sigo por una calle para volver al track. Rodando por esta calle paso por delante de un taller de motos, que también tiene una parte que es una tienda de bicis. Ayer me quedé sin lubricante de cera para la cadena, y esta es la primera tienda de bicis que veo en kilómetros (a saber dónde estará la siguiente) así que decido parar a preguntar.
El tendero está atendiendo a un chico que deja ahí la moto, y al acabar me comenta que no tiene cera para la cadena, pero que tiene un lubricante que va súper bien, tanto para seco como para húmedo, y que no mancha ni deja pegote en la cadena. Yo soy bastante talibán con la cera, desde que la probé que no vuelvo a otra cosa, pero ya no me quedaba nada y no sabía cuándo iba a encontrarla, así que decidí probar con el que me recomendaba el tendero, mejor eso que ir con la cadena seca quejándose…
El hombre se enrolla y se ofrece a desengrasar la bici para no mezclar la cera con el nuevo lubricante. Mientras se pone a ello me cuenta que su hijo corre en ciclismo, que se van la semana que viene a una contrarreloj a Palafrugell, que si la furgoneta nosequé, que si esto y lo otro… Le pregunto si suelen pasar muchos bicigrinos y me dice que no demasiados, que no es un camino muy concurrido, pero que alguno que otro ha visto. Finalmente me dice que a la salida de Cortes el camino está bastante mal, que es una pista aburrida y que tiene algún tramo poco transitado y sucio, y me recomienda ir por la vía de servicio de la A-68, que dice que va a ser más fácil y voy a rodar más cómodo, avanzando más kilómetros en el día. Ahora viéndolo en casa, saldría de Cortes en el kilómetro 14, y volvería a empalmar en Fontellas, poco antes de Tudela, en el kilómetro 34. Hice bien porque 20km de vía de servicio pueden hacerse muy aburridos.
Me despido de él y a la salida de Cortes pienso si hacerle caso o seguir el track que llevo en el GPS, que sigue las flechas amarillas. Decido seguir las flechas porque no le veo la gracia a “pillar un atajo” y ponerme a rodar por una vía de servicio. Si el camino se hace duro pues nada, tardaré un poco más, ¡es parte de la aventura!
Salgo de Cortes por una pista que va paralela a la vía del tren. A cada metro que recorro veo que la pista se acerca más a la vía, hasta acabar justo en ella. El track me indica que tengo que seguir paralelo a la vía durante un kilómetro aproximadamente, pero no veo ningún camino ni sendero que vaya por al lado, y si lo había, la vegetación se lo ha comido.
Observando a mi alrededor veo una flecha amarilla que indica que siga en dirección al track, así que no me he pasado de largo ningún desvío anterior. Vuelvo a tirar de Google Maps en el móvil para mirar la foto de satélite a ver si hay alguna alternativa. No encuentro ninguna que sea viable, así que decido patear por el balasto de la vía, qué remedio. Me sonaba que algo había leído de un trozo complicado, pero no había leído que se tenía que andar por el balasto…
Avanzo lento porque la bici pesa y el terreno es inestable y en pendiente. Al cabo de unos pocos cientos de metros veo otra flecha marcada en la base del pilar de la catenaria. ¡Así que el camino correcto es caminar por el balasto! La verdad es que es poco amigable y bastante peligroso.
Mientras sigo avanzando y quejándome oigo a lo lejos un tren pitando. Me aparto de la vía y me paro. El tren pasa muy rápido y bastante cerca, no se han currado mucho este trozo del Camino, me parece innecesariamente peligroso…
Tras un kilómetro de pateo llego de nuevo a una pista y puedo volver a pedalear. Paso por el polígono industrial de Buñuel-Ribaforada, y salgo por una pista entre dos naves. Esta pista también está muy salvaje, con la vegetación muy alta, pero consigo rodar medio bien por las roderas que han quedado marcadas por algún 4×4. Esta pista me deja en Ribaforada, donde tras 19 kilómetros de aventurilla llego de nuevo al Canal Imperial de Aragón. No debería haberlo soltado desde un inicio, me hubiese ahorrado los pateos y las sorpresas.
Ruedo paralelo al Canal hasta una zona con compuertas, unos jardincillos, edificios antiguos… Se ve chulo. Se ve que es “El Bocal”, donde empieza el Canal.
Estoy al lado de Fontellas, donde me hubiese dejado la vía de servicio de la A-68. Vuelvo a encontrar las vías del tren y ruedo paralelo a ellas. Por suerte no hay que patear más, y voy rodando a ratos por asfalto y a ratos por pista. Ha dejado de soplar el viento y ruedo rápido, llegando cómodamente a Tudela.
Bajando por una calle de Tudela, en dirección a la Oficina de Turismo, un viejo en un coche aparcado abre la puerta sin mirar y casi se me lleva puesto. Le grito pero el puto viejo no se entera de qué va el tema, menudo peligro. Menos mal que no ha pasado nada porque sino mi Camino acababa ahí.
Finalmente llego a la Oficina de Turismo, sello la credencial, echo un par de fotos y doy una vuelta por el centro con la bici.
Finalmente vuelvo a empalmar con el track y salgo de Tudela, siguiendo de nuevo las vías del tren. Hay bastante gente paseando y yendo en bici por esta zona. En un cruce de caminos, mientras me paro y miro por donde debo seguir, me saluda un hombre y me da charla. Me pregunta si estoy haciendo el Camino, que de donde salí, qué planificación tengo, etc. Me cuenta que a él le gusta mucho el cicloturismo también, que ha hecho el Camino de Santiago, una ruta por el Danubio, la ruta del Tajo… Muy majo el hombre. Cuando le digo que hoy quiero acabar en Calahorra me aconseja que siga la pista que va paralela a la vía del tren, que no me desvíe por el Camino del Ebro porque al final daré vueltas innecesarias por un terreno más complicado y menos pisado. Le agradezco el consejo y sigo mi camino.
Sigo sus indicaciones, y cuando el cruce (y mi track) marcan que debo doblar a la derecha en un cruce, yo no lo hago y sigo por la pista paralela a las vías. Pedaleo por un camino llano y aburrido. He dejado de ver gente y ya no hay nadie aquí. A los 5 kilómetros veo en el GPS que el track vuelve a empalmar con la pista por la que estoy circulando. ¡Bien! Buen consejo el del hombre de antes, así no he hecho el primo gratuitamente.
Llego a Castejón de Ebro, el último pueblo de Navarra en mi camino. Paro en una plaza del pueblo donde aprovecho a ponerme un poco de crema, que el sol ya aprieta. Tengo hambre y poca comida en las alforjas, así que busco un bar o algún sitio donde comer un bocadillo. Pero no veo nada (¿un pueblo en España sin bares abiertos?) así que no me entretengo más y sigo hasta Alfaro.
El camino en este tramo discurre por la carretera LR-288, que si bien tiene tráfico, parece que los conductores son respetuosos y me adelantan sin ponerme en peligro.
Al llegar a Alfaro pregunto en un bar en la plaza del pueblo a ver si hacen bocadillos, y resulta que no (¿cómo que no?), que sólo ponen copas y algo para picar. No es precisamente lo que busco en ese momento, así que les pregunto por otro sitio para comer, y me dirigen a otro bar que no queda muy lejos. En este otro bar tampoco hacen bocadillos (¿pero qué está pasando aquí?) pero hacen platos combinados que no tienen mala pinta. Cambio de planes y entro a comer, yo que buscaba algo rápido para seguir pedaleando…
Me dejan entrar con la bici y dejarla al lado de mi mesa. No veo a nadie más en la sala. Todos los platos son pesados y vienen bien cargaditos de colesterol, pero bueno, por lo menos todo esto lo voy quemando dándole a los pedales.
El servicio es un poco lento y mientras estoy esperando la familia que regenta el sitio se pone a discutir: que si el hijo es un vago, que si la mujer se fue el otro día nosedonde y tenía que hacer nosequé, que si esto y lo otro… Me pido un plato de lomo con patatas fritas, que acaba viniendo con huevos fritos, pimientos fritos, bacon frito, y el plato no viene frito porque ya sería mucho.
Pago la comida (plato + cocacola + café, 12€) y sigo mi camino con más colesterol en las arterias. Se ha levantado viento en contra, así que lo que queda se me va a hacer más pesado.
El tramo hasta Rincón de Soto va paralelo a la N-232, un pisteo aburrido sin nada a destacar. En Rincón me hago unas fotos en unas sillas raras que había ahí, y sigo mi camino. Salgo por una pista y al poco se pone a llover. Es lluvia fina que de momento no cala, así que ni paro a ponerme el chubasquero. En esta pista no hay nada excepto alguna tímida flecha o señal del Camino que asoma en algún que otro cruce.
Tras 13 kilómetros de pisteo con el viento y la fina lluvia llego a Calahorra, donde me hago una foto a la entrada.
El albergue que tengo visto (Albergue San Francisco) queda en el casco antiguo de la ciudad, así que me toca subir un par de cuestas infernales y cargar la bici en un tramo de escaleras. El problema es que al llegar a la puerta me lo encuentro cerrado, con un cartel que pone algo que a lo lejos no consigo leer.
¡Mierda, no puede ser!
Esperándome lo peor me acerco a leer qué pone en el cartel, y dice que el albergue está cerrado esos días. Pero me alivia leer que pone que los peregrinos con credencial llamen a un número de teléfono que pone ahí. Llamo, y tardan mucho en responder. Esperándome lo peor, por fin me contesta un hombre, que me dice que si estoy en la puerta que me abre, que está ahí en el albergue ahora mismo. ¡Salvado!
Me da una habitación con baño para mí solo, ya que no cree que llegue nadie más (son casi las seis de la tarde). Me dice que llego tarde para los horarios del Camino. Yo no me he acostumbrado a esto todavía… ¿A qué hora se supone que debo llegar?
Me pongo cómodo, me ducho, lavo la ropa, voy a comprar algo para cenar, desayunar y comer mañana, y me doy una vuelta andando por el casco antiguo. El día sigue gris y lluvioso y no sé por qué, pero no he acabado la etapa con tantas ganas ni el humor tan bien como el día anterior en Gallur, será el tiempo, no sé. Si todo va bien mañana empalmo con el Camino Francés en Logroño y empezaré a encontrarme con más gente, más albergues… Lo que no sabía es que el tramo hasta Logroño sería el peor de todo el Camino con diferencia…
Ah, a todo esto, el lubricante que compré era una mierda y ya tenía toda la transmisión negra y grasienta. Seguro que ya te lo esperabas pero tenía que contarlo.
–
Datos de la etapa:
Distancia: 87,17km
Desnivel: +389m
Tiempo en movimiento: 5h31min
Tiempo total: 8h40min
Dinero gastado: 44€ (2,20€ del desayuno en el albergue, 6€ de la tienda de bicis en Cortes, 12€ de la comida en del bar de Alfaro, 12€ del albergue, 11,80€ de las compras)
Lugares donde dormir en esta etapa:
Mallén: Acogida municipal en el centro cultural – c/Paradero
Cortes: Hostal la abuela – c/Cervantes 54 – 948 800 064 – 15€
Tudela: Albergue municipal – Camino Caritat, 17 – 664636175, 948826367, 948402779 – 12€ (Imprescindible llamar 24h antes) / Pensión la Estrella – c/Carnicerías, 12 – 606575631, 948410442 – 20€
Alfaro: Albergue de peregrinos – Paseo de La Florida, 23 – 941 180 133 – Gratuito
Calahorra: Albergue de peregrinos San Francisco – Rasillo San Francisco s/n – 658217667 – 12€
–
Continúa tu lectura sobre el Camino de Santiago en bici con la etapa anterior, la etapa siguiente, o la ficha del viaje.