Suena el despertador a las 6:30, la primera noche del Camino no la he pasado tan mal teniendo en cuenta todos los contratiempos del primer día… ¡Podría haber sido peor! Hoy continúa mi ruta en bici por el Camí de Sant Jaume.
He quedado con las monjas en tomarme el desayuno a las 7:30, pero se me está echando el tiempo encima porque no contaba con la comida comprada ayer, y no encuentro la manera de meterlo todo en las alforjas. A mi favor tengo que decir que con el paso de los días le fui pillando el truco y en las alforjas acababa entrando todo lo que quisiera, pero en el día 2 no se me podía pedir más.
Al final acabo bajando a las 7:45, y la monja ya estaba preocupada:
– Pensaba que te había pasado algo, justo ahora iba a subir a buscarte
Un poco drama queen, pero la mujer me había cogido cariño y todo… jaja.
Para desayunar me ponen pan, magdalenas, algo de embutido, queso, zumo y café. Mientras estoy desayunando la mujer se acerca y me dice que se van a la misa de las 8, que cuando salga cierre la puerta, o que si quiero venir que estoy invitado.
Cordialmente declino la oferta, ya que “prefiero no salir muy tarde para evitar la lluvia”. Y es que hoy la previsión era de lluvia en parte del camino. No sabía si mucha, poca, si me pillaría o no, pero lluvia habría seguro.
Acabo de desayunar yo solo, recojo las cosas, pillo la bici del lavabo y salgo a las 8:35 de la Residencia. La etapa de hoy en teoría es más relajada, con poco desnivel y tendencia a llanear/bajar, y transcurriendo mayoritariamente por pistas entre campos de cultivo en las tierras de Lleida hasta salir de Catalunya y dormir en Fraga.
El problema hoy estaba en que ayer monté la rueda que me trajo Nuria, y esta rueda ha estado mucho tiempo en el balcón… No sé qué tal funcionará ni cuánto aguantará. Tampoco le hice un buen rodaje ayer para comprobar que todo estuviera bien, pero es que se me echó el tiempo encima.
Con estas preocupaciones presentes, bajo de Cervera por carretera, y pronto me meto en una pista en dirección a Tàrrega. No me dura mucho la alegría de la lluvia ya que al fondo se ven unos nubarrones bastante feos y algún que otro relámpago. Compruebo en el móvil a ver si por ahí ya llueve o no, y éste me confirma que en Tàrrega ya cae agua. Decido ponerme el chubasquero y seguir, tampoco tengo muchas más opciones.
Al poco rato empiezan a caer las primeras gotas, pero nada grave, se hace llevadero. Pero al cabo de 10 minutos parecía que me hubiese metido en la ducha con la bici. Bajo una cortina de agua impresionante veo una casa a mano izquierda, cerca de Fonolleres, y decido meterme en su porche hasta que afloje un poco; porque me voy a resfriar o me voy a cargar algo más de la bici y no quiero que el segundo día empiece tan mal.
Aprovecho la parada para llamar a Fraga. En el libro de ruta que me hice tenía anotado que era necesario llamar ya que Fraga no tiene un albergue para peregrinos, sino que tiene acogida parroquial y es necesario confirmar antes. El teléfono que tenía anotado resulta ser el de la Policía Local, y el hombre que me coge el teléfono parece un poco descolocado con la conversación:
– Hola, mira, que estoy haciendo el Camino de Santiago y tengo anotado que tenéis acogida parroquial pero que es necesario confirmar antes…
– Eeeeeehhhhmm… Estás llamando a la Policía Local de Fraga…
– Sí, sí, y he leído que hay acogida en el pueblo.
– Espera un momento…
[De fondo se le oye hablar con los compañeros. Al cabo de unos minutos vuelve]
– ¿Hola? Sí, mira, que tienes que ir a la iglesia y preguntarle ahí al párroco.
Pues nada, sin que nadie me asegure si podré conseguir alojamiento o no, Fraga sigue siendo mi final de etapa planificado.
Parece que la lluvia afloja un poco y creo que voy a continuar pedaleando, porque no creo que pare de llover del todo. Con el chubasquero puesto recuerdo que antes no me he puesto los cubrebotas. Los busco en las alforjas y… no están. Genial. Algo tenía que dejarme en casa y eran los cubrebotas.
Al final me apaño un par de cubrebotas ghetto con dos bolsas de plástico de la compra de ayer y sigo con el camino.
La lluvia es ligera y se hace fácil el pedaleo. La pista tiene bastante grava por lo que no hay mucho barro, y pronto se convierte en un camino asfaltado. Ruedo cómodamente hasta llegar a Tàrrega, donde la lluvia vuelve a apretar y me veo debajo de la ducha. Pienso en entrar en algún bar o cafetería para refugiarme de nuevo, pero entre que no encuentro nada abierto, que ya estoy empapado, y que no he hecho más que 11km en las dos horas que llevo sobre la bici, decido seguir. Como me entretenga mucho más llegaré tardísimo a Fraga (si es que llego con tanta lluvia), y todavía me quedará buscar dónde dormir… Demasiado lío, así que a darle a los pedales.
Bajo la lluvia salgo por asfalto de Tàrrega, hacia Vilagrassa y Anglesola. No para de llover y no hace amago de aflojar. En Anglesola empieza el pisteo entre campos de cultivo, que me acompañará hasta Lleida. El firme de estas pistas es más blando que el de la pista de Cervera, y eso hace que la bici se hunda ligeramente y me cueste avanzar. Pongo el plato pequeño y avanzo poco a poco con algún que otro patinazo y pequeño susto por perder la tracción. Tengo que decir que esto también lo hace más divertido, y es que los que somos enfermos del MTB disfrutamos de estas cosas.
La lluvia afloja hasta que apenas caen cuatro gotas mal contadas, pero no me quito el chubasquero porque hay mucho barro y me ayuda a salvar las salpicaduras. Por aquí se ven muchas más indicaciones del Camí de Sant Jaume que las que se veían antes, y aprovecho para hacer algunas fotillos.
Poco antes de llegar a Castellnou de Seana veo a dos bikers a lo lejos. Están de barro hasta las cejas, pero aun así ruedan súper rápido, menudo ritmazo.
“Joer, qué motivados para ir tan a fuego con este tiempo”
Los sigo por una pista muy machacada, con barro muy suelto y pegajoso. El camino está bastante pisado ya, veo roderas de bicis. Al rato veo que viene una grupeta de 5 bikers más, y me pasan rapidísimo. Después 2 o 3 más, luego un grupo de unos 10, y más tarde más bikers, y más y más…
Cuando llegan un par que van a un ritmo normal, me fijo mejor y veo que llevan un dorsal.
“Hostias, que me he metido en una marcha”
Y efectivamente, así era. Lo mejor de todo es que me había colado entre el grupo de cabeza y el pelotón. Y ahí estaba un tío con alforjas, bolsita en el manillar, chubasquero, y dos bolsas de plástico en los pies en una marcha ciclista, que resultó ser la Catigat.
En Castellnou de Seana paro en una fuente a limpiar la transmisión, que ya daba pena. Salgo del pueblo por una calle donde la organización me mira sorprendida, algunos me aplauden y otros llevan una cara de WTF impresionante… jajaja.
Al salir del pueblo la marcha se desvía hacia la derecha, y yo sigo por otra pista hasta Palau d’Anglesola. Ahí aprovecho para limpiar la transmisión de nuevo y quitarme el chubasquero. Dejo el chubasquero enganchado al portabultos con el pulpo, ya que veo nubes oscuras al fondo y creo que me tocará usarlo de nuevo, así que mejor no guardarlo mucho. Tampoco está tan mal que el tiempo esté así de nublado, porque desde Tàrrega que no veo nada que pueda dar sombra. Este tramo en verano puede hacerse muy duro.
Cruzo unas vías de tren y entro en Bell-lloc d’Urgell. Cruzo el pueblo y al salir, tras una bajada asfaltada rápida, la entrada a la pista está llena de arena. Pierdo la rueda delantera y me veo en el suelo, pero todavía no sé cómo recupero la bici y me mantengo rodando a lo Marc Márquez. Las prisas no son buenas, no puedo ir como en una salida cualquiera ya que las reacciones de la bici no son iguales, pesa mucho más y es más torpe…
Sigo rodando por pistas entre cultivos. El viento sopla un poco debido a la tormenta que hay más adelante. Paso Alcoletge de largo, cruzo la autovía A-2 por un puente, y tras unos pocos metros ya empiezo a notar la lluvia que vuelve a caer. Es hora de volver a ponerme el chubasquero. Me pongo la parte de arriba, y ahora toca ponerme los pantalones…
“MIERDA ¿¡Y los pantalones?!”
Pues los pantalones habían volado en algún momento desde Palau d’Anglesola… Y yo no me había dado cuenta.
Pienso en si debo deshacer camino para ir a buscarlos, porque seguro que los necesitaré, pero al final decido no hacerlo porque seguro que no los iba a encontrar. Estas cosas pasan, pero mi Camino está empezando de manera bastante accidentada.
Al final sigo adelante con la parte de arriba del chubasquero y unos cubrebotas ghetto hechos con bolsas de plástico. Bueno, sólo un rato, porque la bolsa de plástico del pie derecho se me engancha con el plato y se rasga entera. Y nada, aquí estoy, a 5km de Lleida, lloviendo, sin pantalón de chubasquero y con el pie derecho sin ghetto-bolsa. Y lo mejor de todo es que en el polígono industrial a la entrada de Lleida se pone a llover el doble de lo que llovió en Tàrrega, y en 5 minutos me empapa entero.
Por fin llego al centro de Lleida, y no sé qué hacer. Aquí hay un albergue en el que me puedo quedar para comprar mañana lunes unos pantalones de chubasquero nuevos; pero eso me va a retrasar bastante en mi plan de ruta. En cambio si sigo hasta Fraga me puedo comer más lluvia sin chubasquero, y no podré comprar el pantalón hasta vete a saber cuándo. La próxima ciudad grande es Zaragoza, y según el plan paso por ahí el martes que es 1 de mayo y está todo cerrado, así que es imposible comprar nada. En el resto de ciudades por el camino desconozco si encontraré algo.
Mientras me lo pienso subo a la Seu Vella, para comer algo arriba y que me sellen la credencial. Ha dejado de llover y ha salido un poco el sol. Aprovecho para secar las zapatillas, calcetines, ropa en general, y consulto la previsión del tiempo de los próximos días.
Como no sé si tendré más contratiempos más adelante, decido que voy a seguir. La previsión del tiempo para los próximos días no es mala y parece que no va a llover más, por lo que no necesitaré el pantalón con tanta urgencia como pensaba. La idea es llegar a Logroño el jueves y comprar ahí el pantalón en el Decathlon. Por si acaso no quedan cuando llegue, decido comprarlo por internet y ya lo recogeré cuando pase por ahí. El plan parece sólido, pero viendo mi suerte ya veré qué pasa hasta entonces, que todavía quedan cuatro días.
Una vez todo decidido, habiendo comido, y con la ropa seca, decido bajar de nuevo al centro ya que se acercan unas nubes muy feas. Llego al centro justo a tiempo, cuando se pone a granizar. Me refugio bajo un techadillo hasta que para, pero llueve un poco todavía. Así que decido meterme en una cafetería a tomar un café con un croissant mientras compruebo en el móvil cómo se alejan las nubes.
Cuando veo que todo está despejado decido salir. Son cerca de las 16:15 y todavía me quedan por lo menos 30km hasta llegar a Fraga. Suerte que no quería llegar muy tarde… Si me hubiese parado en Tàrrega no llegaba ni de coña.
El track que llevo me marca la salida de Lleida por una pista paralela al río Segre. Pero con lo que no contaba yo es que esa pista estaba cortada por la policía debido a la crecida del río, así que tocaba buscar una alternativa. Como no conozco nada la zona, al final decido ir “a lo seguro” y tirar hasta Alcarràs por la N-IIa, y a partir de ahí volver al track original hasta Fraga.
Ruedo por asfalto, no muy rápido, pero sí más que esta mañana, y llego pronto a Alcarràs. De ahí sigo el track, que pasa un poco por pista y luego transcurre por polígonos industriales y carreteras con poco tráfico, hasta la vía de servicio de la A-2, que hay que seguir un rato. Me desvío para subir una colina por pista, y tras bajarla ya estoy en Aragón. Un poco más de polígono y una subida, para acabar en una bajada rapidísima por la N-IIa hasta Fraga.
Una vez abajo, en el río Cinca, busco dónde queda la iglesia para ir a preguntar… Y queda justo arriba del todo, de donde acabo de bajar. ¡Mierda!
Subo al casco antiguo a molinillo, ya cansado y apaleado, esperando encontrar al párroco en la iglesia. Al lado de la puerta de la iglesia veo el timbre a la oficina del párroco. ¡Genial! Son casi las 7 de la tarde y ya necesito un descanso…
Llamo varias veces pero nadie contesta, así que decido que voy a entrar en la iglesia, pero con la bici, que siempre va conmigo. Entro y veo mogollón de gente, pero un montón, mirándome raro. No les juzgo, yo también lo hubiese hecho… jajaja. ¿Qué hacía ahí un tío lleno de mierda con una bici y dos bolsas amarillas? ¿Era el de Glovo que traía unas pizzas?
Salgo de la iglesia y me sigue una señora, que amablemente me pregunta si necesito algo. Le digo que estoy buscando al párroco, y me dice que va a buscarlo, que ahora sale.
A los pocos minutos sale el párroco y me pregunta qué necesito. Le cuento que la Policía Local me ha dicho que debo hablar con él para el tema del alojamiento, y me dice que así es, que vamos a la oficina para hacer el papeleo.
Ahí en la oficina apunta mis datos, me sella la credencial, y me da un volante sellado y firmado por él, con el que me dice que puedo ir al Hostal Trébol a pasar la noche gratuitamente. ¡Golpe de suerte! No esperaba esto, debe ser la recompensa a las penurias sufridas hasta ahora.
– ¿Y ahora qué vas a hacer?
– Bueno, supongo que bajaré al hostal a ducharme, descansar y comer algo.
– Verás, es que hoy hay encuentro de corales y están cantando ahora, y te invito a quedarte. Está muy bien, seguro que te gusta.
– Ah, bueno, pero es que vengo sucio y…
– No pasa nada hombre, ¿o es que tienes algo mejor que hacer?
– Ehm… No, no, supongo que me puedo quedar un rato.
El párroco me había hecho la envolvente y yo me tenía que quedar a lo de las corales porque él me había dado el volante para el hostal… Cómo domina el tío el arte de la persuasión.
Al final estuvo mejor de lo que pensaba. Creía que iban a ser avemarías y cosas de ese estilo, pero cantaban algunas canciones tipo “Imagine” de John Lennon, “Boig per tu” de Sau… Y no estuvo mal, fue más ameno de lo que creía. Era el más joven del público con diferencia, y además vestido en lycra por lo que daba un poco la nota, pero no pasa nada.
Bajo al hostal y en la recepción me encuentro con el primer peregrino del camino. Un hombre austríaco que viene de Peñalba, haciendo el Camino Ignaciano (que va justo en dirección opuesta a la mía). Dejo la bici atada en el rellano del hostal y subo a la habitación a ducharme y lavar la ropa. La habitación es sencillita, pero tengo baño propio y algo de tranquilidad.
Acabo el día yendo a tomar una caña y unas bravas a un bar cercano. Estoy cansado después de estos dos días duros. Mañana toca cruzar todo Monegros, lo cual se presenta como una buena paliza, a ver qué tal sale el día. De momento he cumplido el plan en las dos etapas, llevo un 100% de acierto, que no está mal.
–
Datos de la etapa:
Distancia: 97,53km
Desnivel: +605m
Tiempo en movimiento: 6h07min
Tiempo total: 9h57min
Dinero gastado: 8,45€ (3,05€ de la cafetería en Lleida, 5,40€ del bar en Fraga)
Lugares donde dormir en esta etapa:
Tàrrega: Residencia Can Aleix – Pl. del Carme, 5 – 973 314 635 – 10€ (imprescindible reservar)
Palau d’Anglesola: Pensión Sant Antoni – c/Sant Antoni, 7 – 973 602 158 – 22€
Lleida: Alberg Juvenil Sant Anastasi – Rambla d’Aragó, 11 – 973 266 099 – 22€ media pensión
Fraga: Acogida municipal – Iglesia San Pedro de Fraga – 974 470 050 – Gratis
–
Continúa tu lectura sobre el Camino de Santiago en bici con la etapa anterior, la etapa siguiente, o la ficha del viaje.