Dos de mayo y mi primera noche del Camino del Ebro en un albergue. La verdad es que no he dormido nada mal y eso que se ve que pasaban trenes toda la noche, pitando y haciendo vibrar las ventanas. Yo estaba tan hecho polvo que ni me había enterado.
Bajo a desayunar a las 7:30 y soy el último en salir. Me tengo que acostumbrar a los horarios del Camino porque aquí todo arranca mucho más pronto (spoiler: no me acostumbré en todo el viaje). Desayuno un café con leche con un chucho de crema mientras charlo con el matrimonio holandés. La etapa de hoy tienen prevista acabarla en “Tulédau” que no llego a entender qué es, así que sonrío y asiento mientras intento descifrar el pueblo del que se trata.